Merecedor de un hueco en el programa Cuarto milenio, de Iker Jiménez, estos últimos días ha acaecido un hecho sorprendente en las instalaciones de la Sociedad Kirol Martiket 2015 de Villava/Atarrabia. Un hecho paranormal fuera de toda explicación racional.

Se estaba desarrollando un proceso de selección para elegir un responsable de mantenimiento de las instalaciones. El tribunal lo componían Mikel Oteiza, alcalde de la localidad, y sus colaboradores Alfredo Osés y Eduardo Moler. Las pruebas teóricas y prácticas, así como la fase de baremación transcurrieron con normalidad. Pero llegó el momento de la entrevista personal “para valorar el grado de adecuación de las personas aspirantes al perfil exigido para el puesto de trabajo”.

Uno de los candidatos consiguió 10 puntos sobre 10. El top ten. Un perfil sobresaliente para dichas funciones. Una nota insuperable, indicadora de la idoneidad del candidato. Sin embargo, no había acreditado un conocimiento medio de euskara, lengua cuya utilización y promoción este Ayuntamiento creo dice defender en puestos de atención al público. Además, había logrado 12,5 puntos sobre 30 en la prueba teórica “sobre las funciones a desempeñar en el puesto de trabajo”. Con una sencilla operación aritmética obtenemos 4,16 puntos sobre 10. En el más benévolo de los casos un insuficiente alto de otra época. Como los lectores habrán adivinado, esta persona, víctima primigenia de estos oscuros sucesos, consiguió, gracias al empujoncito de la entrevista personal, la plaza de responsable de mantenimiento. Claro está, pasando por delante de los candidatos que le precedían. Sorprendentemente, ésta fue la única parte del concurso en la que destacó.

¿Cómo es posible que gente preparada para regir nuestros destinos valorara “el grado de adecuación para el puesto de trabajo” de esta persona con matrícula de honor? ¿Algún tipo de sortilegio llevó a nuestros próceres a dicha resolución? ¿Quizás un ente alojado en sus cerebros suplantó sus voluntades? ¿O alguna substancia disuelta en el agua de baño les obnubiló el intelecto? Y si es así, ¿son seguras nuestras instalaciones ante este tipo de fenómenos sobrecogedores?