ya 25 años de la muerte de Patxi Larrainzar. A Patxi le recuerdo en aquella parroquia de El Salvador donde el mensaje evangélico de Jesús compartía espacio desde el púlpito con la reivindicación social y política. Con Josemari y Jesús Lezáun y otros curas de un tiempo que ahora parece muy lejano. Perseguidos y ninguneados por la jerarquía católica. También recuerdo sus visitas a casa de los abuelos, allí en la Travesía de las Provincias. El Teatro Gayarre le rinde homenaje este domingo con una representación -Pecados escénicos de un cura asilvestrado-, guionizada por Víctor Iriarte y dirigida por Ignacio Aranguren a partir de fragmentos de sus obras Carlismo y música celestial, Navarra sola o con leche, Utrimque roditur, Pamplonia Circus y Pamplona, detrás del telón. Ahora que quienes hundieron durante años Navarra airean a los cuatro vientos mensajes apocalípticos de naufragio total contra el actual Gobierno, quizá Larrainzar les recordaría el que fue su testamento político, aquel tremendo Pega, pero escucha. Como entonces, los que sacuden ahora tampoco escuchan. Sólo gritan para ocultar sus chandríos -recordando su alegato contra la corrupción y las imposiciones antidemocráticas Pamplona se hunde y otros chandríos-, los que protagonizaron durante años en la vieja Iruña y en todo Navarra.
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