cada día, en cualquier establecimiento, nos encontramos con una variedad infinita a la hora de pedir las cosas, sobre todo, en hostelería y, principalmente, en los bares. Aquí es donde nuestro comportamiento es diferente (cambia) a la hora de demandar una consumición al camarero. En primer lugar, pocas veces la pedimos tal cual la queremos, para ello utilizamos términos como “oye, me pones un café” y en muchas ocasiones lo pedimos así: “Oye, tú, me pones un café”, qué formas de pedir, ¿por qué? Además de lo anteriormente dicho, si el camarero nos pregunta diligentemente cómo lo queremos, lo primero que le decimos es que dónde ha aprendido el oficio, si no sabe lo que es un café. Claro que sabe lo que es un café pero somos nosotros los que no hemos sabido pedir, puesto que un café sobreentendido es solo pero no, nosotros lo queremos cortado y si nos pone la leche caliente le decimos que la queríamos fría y además sin espuma pero no termina ahí, lo queremos con sacarina, si no, con azúcar moreno. Tampoco se lo hemos dicho, qué comportamiento el nuestro, pero sigue teniendo la culpa el camarero, “qué borde”, pensamos, o se lo decimos; no tenemos la culpa nosotros. También tenemos el descafeinado que nos lo piden tal cual, de nuevo a preguntar y parece que ofendemos, cuando lo hay de cafetera o de sobre pero, además está el solo, con leche, cortado, con leche desnatada, seguimos con la leche, que no esté muy caliente porque tenemos prisa y, una vez que nos han puesto el café nos quedamos leyendo el periódico o bien charlando con alguien, ¿dónde estaba nuestra prisa? Claro que si tardan un poco en atendernos o servirnos no pensamos el porqué, sino que comentamos que ese camarero es muy lento, que no sabe servir, que no tenía por qué estar ahí y un sinfín de comentarios que tendríamos que hacernos a nosotros mismos. En fin, así es o así lo hacemos. Corto me quedo porque, acto seguido, nos pregunta qué nos debe del café, con amabilidad le decimos que 1,20 €, nos dice que es caro, que ya podemos ganar dinero así y que no va a volver más. Probablemente se nos quede cara de perplejidad y seguimos aprendiendo.

Pero no todo queda ahí, pasamos al cubata -expresión que empleamos a la hora de pedir un combinado-, el camarero, al igual que con el café, con su inigualable amabilidad, nos pregunta que de qué lo queremos porque el cubata como tal no existe, se utiliza en término coloquial pero, por el hecho de preguntarnos, volvemos a lo anteriormente dicho, que dónde hemos aprendido, que no teníamos que estar ahí porque no tenemos ni idea. De nuevo preguntamos, nos dice que de whisky, no nos pide la marca así que, volvemos a empezar, con Coca Cola, este combinado no tiene nombre propio. Hay algunos combinados que tienen nombre propio como el cuba libre, gin-tonic y un sinfín de ellos, pero tampoco nos dice la marca de alcohol ni de refresco así que, volvemos a lo mismo, por preguntar, qué conocimiento tenemos de la profesión; el camarero no es adivino porque si no, es posible que se estuviese ganando la vida ejerciendo esa profesión y no la de camarero. También está profesando la docencia ya que, en el momento de atendernos con diligencia indirectamente nos está enseñando educación, saber estar y pedir correctamente las cosas porque así nos evita dar palos de ciego, además de no andar de un lado para otro del mostrador haciendo kilómetros inútilmente como si fuera una maratón. ¡Ah! cuando se nos pide un refresco, una naranjada, por ejemplo, ya la hemos servido y además en la última mesa de la terraza, es decir, en la más lejana nos dicen que la querían sin rodaja de naranja, vuelta a empezar, vamos al mostrador, la retiramos del vaso y volvemos, entonces nos dice que la quería también sin hielo. No puedes poner mala cara porque no dejarás de ser un borde, a ver para qué estás, para servir, que el que paga soy yo y tengo derecho pero se supone que también tiene obligaciones, con lo que el respeto empieza por uno mismo, así que, ¿por qué no nos aplicamos esas obligaciones?

¿Somos la misma persona cuando vamos a comprar una camisa? Parece ser que no, porque ahí vemos la diferencia, entramos en el establecimiento y lo primero que hacemos es saludar y al dependiente le pedimos por favor que nos enseñe tal o cual camisa, qué diferencia tiene un local a otro si eres la misma persona y no digamos si la persona que nos va a atender nos dice que esperemos un momento, que enseguida está con nosotros, somos incapaces de decirle que llevamos un rato esperando y tenemos prisa, no ocurre lo mismo en el bar ¿verdad que no? Ahí sí que la exigencia está por encima de todo. Igualmente en la carnicería, tenemos que coger número y no nos quejamos, esperamos un rato pero tampoco pasa nada, nos da igual que nos tarden en servir, comentaremos que ha tardado pero no, al dependiente no le decimos nada, solamente al camarero.

¿Hemos pensado alguna vez cuál es la diferencia del trato al camarero de hacerlo de una manera a otra? ¿verdad que no? Bien, intentadlo y lo podréis comprobar por vosotros mismos que el día que tratamos correctamente al camarero, éste nos seguirá tratando con la misma diligencia que anteriormente he citado, además, ese día notaremos que el mismo se nos hace más ameno y alegre porque ese café que hoy nos han puesto nos está transmitiendo el bien hacer del camarero, la profesionalidad y sus conocimientos que el día anterior criticábamos, algo que hemos sido incapaces de apreciar si es a la inversa, qué poco cuesta y qué bien nos vamos a sentir cuando así lo hagamos.

Si es verdad que en algún caso pedimos las cosas por su nombre tal y como lo queremos y el camarero nos pone otro similar, en este caso sí que le hemos de decir que se ha equivocado porque nos pone algo que no hemos pedido. Quizás nos conteste que no tiene esa marca y que lo que nos ha puesto es igual y que no se nota la diferencia bien, nos lo podía haber comunicado ya que lo podíamos haber aceptado y así evitar el error. En estos casos y lo digo con conocimiento pues, en varias ocasiones me ha ocurrido, devolver la consumición y enfadarse el camarero sin razón, ya que yo le había pedido correctamente la marca que quería. Pocas veces esto ocurre, pero suele suceder, repito, no es lo normal porque el profesional existe y se preocupa de que nos sintamos cómodos y no haya errores.