enero de 1968. Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca, convoca un congreso para celebrar los 50 años de la institución con el euskera batua, la estandarización de la lengua vasca, como sujeto de discusión. Aquella propuesta marcaría el camino recorrido por el idioma en los últimos 50 años. En aquel congreso, Euskaltzaindia -fundada hace ahora 100 años por la Diputación Foral de Navarra y las tres diputaciones de la CAV- suscribió un documento que ponía en marcha la creación de una lengua común que sirviera a los usos cada vez más diversos para los que estaba siendo utilizado el euskera. La ponencia principal, elaborada por Koldo Mitxelena, constataba que el euskera tiene un fondo conjunto más allá de sus dialectos. Como ha ocurrido en el tiempo con la mayoría de las lenguas que hoy sirven como nexo de comunicación social -sin ir más lejos el castellano a través de la Real Academia Española de la Lengua y del Instituto Cervantes-, la estandarización de la lengua a través del euskera batua -sin dejar de lado sus euskalkis territoriales- ha ofrecido un estatus al idioma tanto hacia el exterior como para sus propios hablantes. De hecho, ha sido el eje director en la consolidación y extensión de la educación en euskera tanto en las ikastolas como en la educación pública y en la universidad, sirvió a los medios de comunicación para narrar las novedades de la actualidad al igual que a la literatura, el teatro o el cine, sin olvidar que el lenguaje exacto y especializado de muchos ámbitos como la ciencia y el desarrollo tecnológico actuales exige la existencia de una lengua estándar. En este contexto, el Parlamento de Navarra aprobó ayer una declaración que reconoce la importancia y el valor del batua en la normalización del euskera. Como siempre, quienes se abstuvieron en esta declaración en unos puntos u otros y con unas razones u otras son las voces políticas que no aceptan que el euskera se desarrolle con normalidad en todos los ámbitos de la vida social, laboral o profesional cotidiana. Los mismos que durante las casi tres décadas en que han controlado los resortes del poder político en Navarra no sólo no han empujado en favor de esta lengua propia e histórica, sino que le han aplicado leyes y normativas para impedir su desarrollo y normalización social. Pese a todo, se ha avanzado mucho en estos 50 años y la sociedad ha asimilado bien la importancia de contar con una lengua común. Pero para que el proceso siga adelante, el euskera debe estar presente en la calle. Sien miedos ni impedimentos.