Mi buen amigo Carlos Garaikoetxea, en sus aclaraciones sobre la Transitoria Cuarta, probablemente ha escrito de memoria y eso le ha hecho incurrir en importantes imprecisiones.

Nunca me he atribuido la paternidad de la Transitoria Cuarta. Pero las hemerotecas demuestran que en febrero de 1976 ya defendí que tan sólo el pueblo navarro “tiene derecho a decidir libremente su destino”. Una idea desarrollada poco después por el Partido Social Demócrata Foral de Navarra, partido del que fui presidente y en el que militaron personas que más tarde tendrían una gran relevancia en la política navarra, entre ellas Juan Cruz Alli. El PSDF proclamaba que sólo aceptaría la decisión del pueblo navarro, adoptada libre y democráticamente “en referéndum”. Este programa fue defendido por Unión de Centro Democrático, coalición del PSDF y el Partido Demócrata Liberal de Jesús Aizpún, vencedora en las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977.

Escribe Carlos Garaikoetxea que la Transitoria Cuarta nace en una reunión promovida desde el nacionalismo vasco para remediar el problema que planteaba el artículo 145 de la Constitución que prevé que “en ningún caso se admitirá la Federación de Comunidades Autónomas”. La verdad es que dicho artículo nada tuvo que ver con la Transitoria Cuarta. Las negociaciones entre UCD, PSOE y PNV tuvieron lugar a finales de enero de 1978. En el primer anteproyecto elaborado por la ponencia constitucional ni siquiera figuraba tal prohibición. La redacción actual se introdujo en el anteproyecto definitivo elaborado por la ponencia constitucional, publicado el 17 de abril de aquel mismo año.

La Transitoria Cuarta se negoció ciertamente en Castellana 3, sede de la vicepresidencia del Gobierno. La primera reunión tuvo lugar el 20 de enero de 1978. Los representantes de UCD fueron Abril Martorell, Pérez Llorca, Herrero de Miñón y el autor de estas líneas. Por el PSOE acudieron Enrique Múgica, José María Benegas y Gabriel Urralburu. Y por el PNV, su presidente Garaikoetxea, Javier Arzallus y Juan Ajuriaguerra. El 24 de enero se celebró una nueva reunión, que continuó el 25 de enero, en la que se consiguió el acuerdo. A las dos últimas reuniones no asistieron el centrista Pérez Llorca, el socialista Múgica y el nacionalista Arzallus. Este último sería sustituido por el diputado Iñigo Aguirre.

La razón de ser de la Transitoria Cuarta fue encauzar democráticamente el llamado “contencioso Navarra-Euskadi”, que había estallado con virulencia inmediatamente después de las primeras elecciones. El 19 de junio de 1977, se constituyó en Guernica la Asamblea de Parlamentarios Vascos. De ella formaron parte los diputados navarros Gabriel Urralburu y Julio García junto al senador del PNV Manuel de Irujo, que fue elegido presidente de la Asamblea.

A mediados de septiembre de 1977, el PNV presentó un proyecto de Real Decreto-Ley con el fin de que se dotara al País Vasco de un régimen provisional de autonomía. En él se establecía que el futuro Estatuto de Autonomía para Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya habría de ser sometido a la aprobación del conjunto del pueblo vasco.

Los parlamentarios navarros de UCD (Aizpún, Astrain, Pegenaute, diputados, y Del Burgo, Sarasa y Monge, senadores) nos opusimos rotundamente a esta pretensión. Fuimos sometidos a enormes presiones políticas. Sufrimos amenazas de ETA. Pero frente al “Nafarroa Euskadi da”, proclamamos que “Navarra es Navarra” y que sólo el pueblo navarro, en referéndum, estaba legitimado para decidir su futuro.

La resistencia dio sus frutos. A mediados de diciembre de 1977 el presidente Suárez ordenó paralizar la creación del Consejo General Vasco, como órgano preautonómico, mientras no hubiera acuerdo con los parlamentarios navarros de UCD. El bloqueo produjo efectos positivos y el 29 de diciembre, en el Congreso de los Diputados, se reunió el Consejo de Parlamentarios de Navarra, constituido el 15 de noviembre anterior. El milagro se produjo y conseguirnos llegar a un acuerdo. El PSOE y el PNV aceptaron, por vez primera, que la decisión de integración tuviera que someterse a referéndum del pueblo navarro. Asimismo, después de una conversación telefónica con Garaikoetxea, Manuel de Irujo propuso que el mismo régimen acordado en relación con el Consejo General Vasco se incorporase a la Constitución. Debo decir que acogimos sin vacilar esta propuesta porque suponía el triunfo definitivo de nuestras tesis.

En las reuniones de Castellana 3 tuvimos importantes diferencias de criterio a la hora de concretar algunos aspectos fundamentales como el quórum aplicable tanto en el Órgano Foral competente para adoptar la iniciativa de incorporación al Consejo General Vasco o al régimen autonómico que lo sustituyera, como en el referéndum de ratificación del pueblo navarro. En esas discusiones recordé que en el Estatuto Vasco de 1933 se preveía que Navarra podría incorporarse a la región autónoma de Euzkadi si así se acordaba en plebiscito por mayoría de dos tercios de los electores navarros. El PNV y el PSOE defendían mayoría simple en ambos casos. Conseguimos fijar la mayoría absoluta en el Parlamento y nos conformamos con la mayoría simple en el referéndum. En cuanto a la posibilidad de repetir el referéndum en caso de fracasar, Garaikoetxea y Urralburu habían propuesto un año, tal y como se establecía el anteproyecto de Constitución para la creación de comunidades autónomas. Nuestra propuesta fue de seis años. Finalmente quedó en cinco.

Por último, aclaro que el abandono de UCD por Jesús Aizpún no se produjo hasta nueve meses después. El 15 de febrero de 1978 el fundador de UPN defendió la Transitoria Cuarta en Diario de Navarra, adhiriéndose al acuerdo favorable adoptado por el Consejo Regional de UCD el día 13 de febrero. El 20 de junio la defendió en nombre del Grupo Parlamentario Ucedista en la Comisión Constitucional del Congreso. Pero en noviembre se abstuvo en la votación final de la Constitución, en diciembre se dio de baja en UCD y en enero de 1979 fundó UPN.

Hubo reacciones encontradas. Mientras unos me tildaron de ser traidor a nuestra tierra (“con tal de ser ministro no vacila en poner su pie sobre la frente humillada de Navarra”, se escribió en un periódico ya desaparecido), otros, como Goyo Monreal, me reprocharon en el Senado que hubiéramos establecido una “auténtica carrera de obstáculos” que, en la práctica, impedía la integración en Euskadi. Sea lo que fuere, lo cierto es que desde la aprobación de la Constitución, refrendada favorablemente el 6 de diciembre de 1978 por la mayoría absoluta del censo electoral navarro, han transcurrido cuarenta años. Y Navarra sigue siendo Navarra.

PD: A quien desee profundizar en esta cuestión recomiendo humildemente mi libro La epopeya de la foralidad vasca y navarra. Principio y fin de la cuestión foral. 1812-1979-1982) (segunda parte), Bilbao, 2017, páginas 56 a 157. Y también el último libro de Juan Cruz Alli La autonomía de Navarra. Historia, identidad y autogobierno, capítulos VII y VIII (Pamplona, 2018).

El autor es doctor en Derecho