Hoy, cuando aún resuenan en las naves de la Catedral y en nuestras cabezas los gritos de "¡Real! ¡Real! ¡Real!" y las palabras del Rey de Armas en homenaje "a todos aquellos que hace 500 años defendieron la libertad y la independencia de Navarra", quiero desde estas líneas transmitir mi agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible que la 100 edición de la Fiesta del Rey de la Faba haya sido un éxito.

Seguramente, cuando hace 100 años Ignacio Baleztena concibió recuperar una fiesta medieval que se celebraba cada 6 de enero en la Corte de Navarra y unirla al rito de coronación de los Reyes de Navarra no se imaginaba que un siglo después la Catedral de Pamplona sería testigo de una coronación como la que pudimos vivir el sábado 18 de enero de este año 2020.

En estos 100 años, muchas han sido las personas que desde dentro y fuera de la Peña han trabajado en el mantenimiento de esta fiesta y a las que nunca habrá forma de agradecer la labor que hicieron.

Igualmente no puedo olvidarme de agradecer al grupo de personas que hoy gestiona la fiesta. A ellos que son depositarios de lo material y de lo inmaterial de la Fiesta del Rey de la Faba, por su trabajo, sus horas, sus kilómetros, sus desvelos, sus reuniones intempestivas, sus negociaciones... siempre estaremos en deuda por esa labor que desarrollan en el mantenimiento de esta fiesta y que año a año mejoran. En esa labor también hay personas externas, sin ellas no sería posible que esta fiesta haya adquirido el prestigio que posee hoy en día y desde estas líneas quiero nombrar especialmente a Fernando Hualde, nuestro Rey de Armas e historiador, por la labor de difusión y estudio que ha realizado y realiza de la Fiesta del Rey de la Faba y a Maribel Belaskoain, por cuyas manos han pasado sino todos, la mayoría de los trajes e indumentarias que se utilizan en la fiesta, una labor sin duda impagable.

Esta edición, por ser la del centenario, ha sido especial ya que todas las personas que han participado están vinculadas estrechamente con la Peña, por eso, también es el momento de agradecer a los txikis que por unas horas han sido nobles, infanzones, clero, porteadores de escudos, antorcheros, pajes, bufones y cómo no, al Rey de la Faba y a los padres y madres de todos ellos por ser partícipes de esta fiesta, por las horas de ensayo y por su disponibilidad. Sin olvidarme tampoco de agradecer a los miembros de la Peña que se han metido en los papeles de guerreros, tarasqueros, embajadores judíos y moro, escribano del Rey, a los dantzaris y músicos de la Peña, a las bellas damas y a los frailes, al Príncipe de Viana, a doña Blanca de Navarra y al propio Rey de Navarra.

Agradecer a los grupos colaboradores que engrandecen la fiesta, Ensemble Danserie, Ensemble Miguel Arrozpide, a la Capilla de Música de la Catedral, al grupo de campaneros de la Catedral, a la Orden de la Jarra, a los vecinos de Artajona, a la Comparsa de Gigantes de Alde Zaharra y a los Gaiteros que nos han acompañado.

En este capítulo de agradecimientos debo acabar agradeciendo al Ayuntamiento de Pamplona, especialmente al Área de Cultura y al Cabildo Catedrálicio por su colaboración y disposición por poder posibilitar la celebración de la Fiesta del Rey de la Faba como los miembros de la organización creían que debía celebrarse desde un inicio en esta especial edición centenaria.

Desde su fundación las mujeres y hombres de la Peña Muthiko Alaiak se han preocupado por la difusión de nuestra historia, cultura, tradiciones e idioma. No siempre ha sido fácil hacerlo, que haya perdurado en el tiempo es sinónimo del tesón de todas las personas que han formado parte de nuestra Peña a lo largo de estos años. Nosotros que somos depositarios de la historia de nuestra de Peña tenemos el compromiso de seguir haciéndolo.

Así pues, que no se detenga y que dentro de otros 100 años volvamos a proclamar: "¡Real!, ¡Real!, ¡Real!".

El autor es presidente de la Peña Muthiko Alaiak