oy un ciudadano más, del montón, con padres octogenarios, hijos, amigos y más de veinte años de experiencia como enfermero en la UCI de un hospital público.

Observo lo que está ocurriendo, escucho lo que se comenta en mi entorno y veo lo que hacen las personas de mi comunidad, de mi pueblo.

Algunas de esas personas, muchas, me están sorprendiendo positivamente. En cambio otras, menos, negativamente. A estas últimas, cuyo comportamiento no entiendo, me dirijo.

Supongamos que el coronavirus, independientemente de su origen, lo transmitimos unas personas a otras al expulsar el virus por vía respiratoria. Supongamos que es un virus muy contagioso, de alta letalidad y que deja secuelas importantes a muchas personas. Supongamos que aún no hay un tratamiento específico y que la vacuna es aún un anhelo, una ilusión. Supongamos que estamos en plena pandemia mundial y que, entre otros efectos, se está generando una gran crisis socioeconómica que llevará a la exclusión a muchas personas. Supongamos que romper la cadena de contagio persona-persona es la estrategia mas eficaz con que contamos a día de hoy.

Tú, que has decidido formar parte de la cadena letal y por lo tanto contribuir a que esta situación continúe y empeore, que no usas mascarilla, que no mantienes las distancias, que quedas en grupo para socializar o hacer deporte, que dejas a tus hijos menores de 14 años sueltos por la calle sin supervisión, que organizas quedadas en tu casa€

Tú, que has decidido no cumplir las normas, cuando los profesionales sanitarios a los que aplaudes (o no) te pedimos que rompas la cadena siguiendo las normas que ya conoces€

¿Crees que lo hacemos porque somos afines al Gobierno? ¿Crees que no consideramos que se han cometido errores? ¿Crees que nos lucramos con tu esfuerzo? ¿Crees que exageramos? ¿Qué somos alarmistas cuando decimos que la sanidad pública está saturada y en ocasiones colapsada? ¿Crees que es una broma, un chiste, que no podamos ofrecer a tus padres el cuidado que merecen por falta de recursos?

¿Te parece que nos agrada enfermar, morir y poner en peligro a nuestras familias? ¿Crees que vivimos de tu aplauso de postureo? ¿Crees que a nosotros nos gusta lo que estamos viviendo? ¿Te parece que nos gusta estar confinados, llevar mascarillas y mantener las distancias? ¿Has pensado que nosotros también queremos hacer deporte en grupo, quedar con amigos o dejar que nuestros hijos jueguen libres? ¿Piensas que no tenemos un límite? ¿Consideras que merecemos pasar por el calvario que estamos pasando porque para eso nos pagan?

Para todas estas preguntas y otras muchas solo hay una respuesta simple, de dos letras: no.

Para explicar tu actitud y tu discurso se me ocurren varias opciones:

1. Eres un egoísta: desde tu individualismo sólo piensas en tu ombligo.

2. Eres un insolidario: te dan igual los más vulnerables y no haces nada por ellos.

3. Eres un prepotente: crees que tú no puedes enfermar como los demás.

4. Eres un ignorante: y por eso crees que estás libre de contagio

5. Eres un hipócrita: dices una cosa y haces otra. Dices que defiendes un sistema público de salud pero contribuyes a su colapso.

6. Eres un cínico: justificas tu actitud frente a lo que consideras errores de otros sabiendo que tu argumento es tramposo.

7. Eres un irresponsable: no haces lo que sabes que debes hacer.

8. Eres malo: haces el mal a conciencia de hacerlo.

9. Eres un nazi: piensas que este virus limpiará la humanidad.

10. Eres un psicópata: te da igual lo que les ocurra a los demás. Sólo te interesa lo que te beneficia.

Habría más, pero creo que diez opciones son suficientes. ¿Con cuál te identificas?

No necesito tu respuesta. Me basta con que te lo plantees y te respondas a ti mismo.

¿Consideras que merecemos pasar por el calvario que estamos pasando porque para eso nos pagan?