Pocos monumentos podía visitar ya, agostándose los últimos días de su verano, porque era necesario inscribirse por adelantado y había pocos puestos. Necesario era mantener distancias prudenciales en cada lado. La plaga había cerrado muchos lugares con encanto. Pero quería disfrutar las últimas jornadas de sus vacaciones, saborear el descanso... No había salido de su región y decidió visitar los pueblos cercanos, descubriendo lo que admiran extranjeros y propios, pues descubrió dignos edificios, magníficos entornos... Pero lo que más disfrutó fue entrar en las iglesias abiertas en cada lugar... Maravillosos templos ahorrados con esfuerzos de siglos o incluso algún milenio, supervivientes a las pestes, sacrilegios, robos, incendios o pillajes y destrucciones de guerras o múltiples devastaciones. Entró en un templo románico, sobrio, y se sentó en su silencio, contemplando en la penumbra la figura del Crucificado... Recordó lo que había estudiado antes de hacer la primera comunión, en el colegio... ¡Qué tiempos aquellos! Mucho había cambiado todo. Vio que otros visitantes, como él, iban observando las capillitas, a veces señalando sus maravillas, sus historias... Leyendo sus misterios. Varios pasaban delante del sagrario sin hacer ni un gesto de respeto, ni una inclinación de cabeza, nada... En su infancia le habían enseñado que la genuflexión era lo más adecuado. Rodilla en tierra ante la hostia consagrada, pues esa forma de pan redonda es el mismo Rey de cielos y tierra, ahí escondido, el Resucitado, según en la catequesis había aprendido. Se iban perdiendo las creencias en muchos corazones, en muchas cabezas... Pero le pareció fascinante que si el mismo Jesús de Nazaret está ahí, escondido, guardado en ese rincón, permanezca paciente, humilde, esperando al incrédulo o al creyente, mirándole a través de su encierro... Dios, que se deja ignorar por sus criaturas... Recordó la corte del Rey Sol, Luis XIV... ¿quién se hubiera atrevido a pasar delante sin adecuado gesto respetuoso? Y, sin embargo, ni las pulgosas pelucas quedan de aquellos tiempos en los que su rey, como el de España, Felipe V, o Jean Gastón de Médicis se dejaron morir sin lavarse, entre inmundos deshechos... Así pasan las glorias del mundo... Sic transit... La mayor parte del patrimonio español se compone de iglesias llenas de tesoros elaborados por devoción, extendiendo nuestro espíritu hacia lo sagrado. Comparemos lo que deja nuestro tiempo, estéticamente: ¿qué se construye ahora? Mientras, los musulmanes convierten los museos en templos: Santa Sofía con sus mosaicos bizantinos, tapados de nuevo, vuelve a ser mezquita... Los cristianos hacen lo contrario... Nos desconsagramos. Al salir, tomó el coche y vio en las afueras del pueblo un prostíbulo abierto, todavía... ¿Ahí no se transmitía el virus maléfico? Así de absurdo era nuestro universo... Una ministra había pedido que se cerrasen. Solo algunas regiones, tardíamente, lo habían hecho... En cambio, bibliotecas y universitarios centros estaban confinados: absurdo.