Todavía resuenan en mis oídos las palabras de nuestra profesora de contabilidad (Charito Azparren) en primero de Empresariales : "los gastos y los ingresos se contabilizan en la cuenta de explotación y los activos y pasivos en el balance". Todo esto debió de cambiar gracias a nuestros dirigentes de Sodena, Can y Gobierno de Navarra (que eran los mismos) allá por el año 2005 cuando compraron los 9 millones de acciones de Iberdrola por 173,5 millones de euros. Contrataron con Can (repito: ellos mismos) una póliza de cobertura del riesgo de oscilación de la cotización que al cabo de 2 años se convirtió en una pérdida (es el mercado, amigo) de 91 millones de euros. Esta pérdida por jugar en el txiringuito de los nuevos productos financieros, en vez de contabilizarse en la cuenta de pérdidas y ganancias (cuenta de explotación como nos decía la Charito), se consideró un mayor valor de los activos. Jugada perfecta: si en el año 2007 Sodena hubiera reconocido la pérdida en su cuenta de pérdidas y ganancias, el sector público empresarial de Navarra habría tenido unas pérdidas de 80 millones, en vez de los casi 12 millones de beneficio que se declararon y también, qué duda cabe, habría quedado patente la calidad de los gestores de Sodena y del Gobierno de Navarra en aquellos años.Cuando en 2007, Sodena aumentó el coste de la inversión en Iberdrola en 91 millones no adquirió ni un solo título nuevo, ni unos derechos de suscripción, ni ningún activo nuevo que llevar al balance, simplemente activó en el balance un gasto que podía no haberse producido si los gestores no hubieran contratado voluntariamente con Can ese producto financiero más que tóxico y contabilizar el resultado de la operación saltándose a la torera todo lo que nos decía La Charito.Por cierto, la empresa auditora (KPMG) no dijo ni mu y la Cámara de Comptos en su informe de octubre de 2014 afirmaba lo siguiente: "Sodena concertó en 2005 y hasta mayo de 2007 una operación de cobertura del riesgo de las acciones, operación que le supuso en 2007 un gasto de 90.956.308 euros con una entidad financiera". Es decir, tampoco avisó de lo extraño de contabilizar en el balance como mayor valor del activo un gasto que, insisto, podía no haberse originado si se hubiera contratado otra cobertura.Eso sí, no todos perdieron en este asunto, Can ganó 91 millones y ésta sí los llevó a su cuenta de pérdidas y ganancias y, además, en cuanto tuvo el dinero en la mano, lo celebró por todo lo alto (nunca mejor dicho) con viaje a París, con visita desde unos helicópteros incluida que hicieron disfrutar muchísimo a los invitados. Y ahí siguen montando think tanks y disfrutando de la reputación de buenos gestores ganada en esos locos años anteriores a la crisis.