as redes sociales fueron desde el principio un territorio donde los faltones ajustaban cuentas, a menudo amparados en el anonimato y siempre víctimas de sus obsesiones. Con el tiempo los injuriadores de guardia han acabado por rivalizar en el ciberespacio con los especialistas en todo, con esos tolosas que disparan opiniones a discreción con la certeza del experto a base de replicar lo que pescan por ahí. A esta plaga no es ajena Navarra y tiene a las Olimpiadas como último escenario, en estas horas con el foco sobre el colosal vallista Asier, sexto del mundo de lo suyo con 21 años. Un tal Martínez para la mayoría, incluso como campeón europeo sub'23, hasta que ganó su primera serie en Tokio y al que ahora le han salido biógrafos por doquier que igual desgranan sus marcas que le comparan con Moracho o Sala sin haber pisado un tartán en su vida. Con el mismo desparpajo con el que esta semana se ha cuestionado en Twitter al piloto del helicóptero que recogió agua de una piscina comunitaria para sofocar un incendio en Olloki, cuya pericia salta a la vista salvo para los iracundos polemistas que le tacharon de imprudente sin haberse jugado el pellejo jamás por nadie. Siempre ha habido tontos, pero nunca tanto bobo se creyó tan listo. Ojo con lo que se lee, porque todo se pega.