Es lo que deberíamos hacer quienes, después de año y medio sin lograrlo, nos sentimos casi liberados de esta prenda quirúrgica, adosada al rostro como protección contra el coronavirus, la cual hace que recuerde a mi héroe de los tebeos de infancia: el enmascarado guerrero del antifaz.En este sentido, creo que sonrisas, risas y risotadas forman una mezcla de gestos innatos deteriorados por no realizar, durante este tiempo, su función específica a causa de la mascarilla. De las tres, la sonrisa representa el grado inferior, con su leve movimiento de labios y ojos, para expresar alegría, satisfacción y complacencia. La risa, en cambio, ocupa un lugar medio, por servirse de una contracción mayor para manifestar un estado de dicha, buen humor o felicidad ajena. La risotada, a su vez, simboliza el nivel superior por ser una acción sonora de larga risa encadenada que, a menudo, evoca sentimientos ambiguos entre lo cómico y lo ridículo. De cualquier modo, el uso continuo de tal pieza protectora ha casi desbordado nuestra capacidad de "aguante" porque oculta la orientación de los músculos faciales e impide la transmisión de sentimientos por no reflejarlos a cara descubierta. Sea como sea, un día acabará esta terrible pandemia; un día seremos gente como antes y estaremos libres de contagios. Entonces, me vengaré al "estilo japonés", esto es, entunaré hasta la saciedad, como un actor dramático, todas las maneras de sonreír, reír y carcajear, incluso aquellas que figuran en mi "índice" como "acciones prohibidas".Será una experiencia gozosa, de enorme valor terapéutico y de regulación social, ponerme ante el espejo y crear un diálogo de fantasía con mi "alter ego" e imitar, con destreza, la siguiente lista de apariencias fisonómicas, con las que comunicar emociones tan extendidas en la humanidad como el aire en la naturaleza: sonrisas a flor de labios, irónicas, compasivas, dulces, dentífricas, fingidas, esquivas; risas forzadas, maliciosas, picarescas, sardónicas; carcajadas burlonas, ruidosas, histriónicas... para evidenciar, como escribió Henri Bergson, que "la risa es un producto natural de la vida social".