ocas personas recuerdan ya los años oscuros de la dictadura. Unos no pueden pensar en ella y otros no quieren hacerlo. Años sin justicia, sin libertad y sin posibilidad de desarrollar algo que se saliera de lo establecido.

Esta es una historia anónima, el relato de un auzolán, el legado de personas valientes que, enfrentándose a todas las dificultades, decidieron recomponer aquello que estaba en el fondo de sus corazones, aplastado, oculto, pero vivo.

No hubo palabras grandilocuentes, ni discursos vacíos, más bien un plan de acción, la humilde semilla que fructificaría dando ciento por uno. La idea de una ikastola en Estella-Lizarra parecía entonces una locura, pero con el paso del tiempo alcanzaría niveles que ni se soñaban entonces.

De noche, ajenos al miedo paralizante que se vivía, siguiendo el impulso de dos personalidades de voluntad inquebrantable, una docena de hombres y mujeres se reúnen en el frontón Lizarra con intención de recuperar su lengua y su cultura vernáculas mediante la creación de un centro educativo: Lizarra Ikastola.

El curso 1970-1971 veinticinco alumnos y alumnas comienzan su escolarización en un aula cedida por el Ayuntamiento de la ciudad del Ega, con un presupuesto de 240.000 pesetas y contando con el respaldo de la Institución Príncipe de Viana, la Real Academia de la Lengua Vasca y el propio Ayuntamiento de Estella-Lizarra.

El curso 1972-73 ocho alumnos y alumnas inician las enseñanzas de la EGB en euskera. Los locales van cambiando: colegio del Puy, calle Navarrería 1, con gran implicación de los padres y madres. En 1977 se crea la Cooperativa de Enseñanza y Consumo Lizarra Ikastola, y ese mismo año las aulas se trasladan al antiguo colegio de los Escolapios.

En mayo de 1979, el Ministerio de Educación y Ciencia legaliza la etapa de preescolar, garantizando subvenciones que hicieran posible la contratación del profesorado. El curso siguiente se contrata a su primer director, que dio un nuevo rumbo pedagógico y administrativo al incipiente centro. Se impulsan diversas acciones para abrir la ikastola a la sociedad, recuperando distintas tradiciones perdidas: Santa Águeda, Olentzero, Carnavales...

Pero no todo eran fiestas, hubo de sortearse infinidad de dificultades, con gran esfuerzo, trabajo e ilusión. Aquel impulso prendió en muchas familias de la ciudad y su merindad, que no dudaron en enviar a sus hijos e hijas a la ikastola, apostando por una enseñanza de vanguardia en euskera.

En 1982 se legalizan 12 aulas de EGB, con su modelo de inmersión lingüística en un entorno castellano hablante; nuestro entrañable idioma comenzó a sonar por las viejas rúas en boca de los pequeños y pequeñas y toda la población y Euskal Herria asistió con asombro al renacer del euskera en su propio desierto. Muchos colegios de Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra se acercaron a Estella-Lizarra para conocer dicho modelo.

En 1985 las familias socias de Lizarra Ikastola adquieren el antiguo colegio de Escolapios, y cuatro años más tarde, con financiación del Gobierno de Navarra, un préstamo de Kutxa y las recaudaciones populares, a través de la celebración del Nafarroa Oinez, se proyecta el nuevo centro, adaptando parte de lo existente y edificando un nuevo centro que cubriera las necesidades crecientes.

En 1991 se inaugura el nuevo centro, cuya presencia augura un futuro prometedor. Se satisfacen así las expectativas más optimistas. La ikastola es sinónimo de vanguardia, motor del euskera en un contexto multicultural y multilingüe, y en esencia, un centro abierto y muy participativo.

En 1995 el Gobierno de Navarra ofrece la posibilidad de implantar la ESO, y en 1999 se inaugura la Escuela Infantil que ofrece escolaridad a niños y niñas de 0 a 3 años.

Desde entonces, Lizarra Ikastola ha sido merecedora de numerosas distinciones y premios por su constante afán de innovación y trascendencia de la misma en el mundo de la educación. Publicaciones, invitaciones a congresos, presentación de proyectos y metodologías se han sucedido en todos estos años. Lizarra Ikastola es considerada como pieza clave en el encuentro con la educación que conecta con todo lo positivo, lo creativo, lo científico, lo lingüístico, que produce placer, el placer del conocimiento, tanto para el alumnado como para los docentes, creando una comunidad donde los valores personales y sociales son seña de identidad.

Lizarra Ikastola siempre ha pretendido transmitir la riqueza que supone y el gusto que genera el aprendizaje, la capacidad de aprovechar la originalidad, el poso de la cultura autóctona, el vigor y la positividad compartidas, la educación como crecimiento y evolución para las nuevas generaciones...desde el valor de la arraigada costumbre del auzolán.

Las ikastolas han tratado de equilibrar y revitalizar la lengua minorizada, sin olvidar la preparación para una sociedad en movimiento, multilingüe, propiciando el dominio del inglés, como lingua franca internacional y otras lenguas europeas, como competencia básica de la ciudadanía del S. XXI.

Como escribiera el antropólogo José Mª Satrustuegi: "Con Lizarra Ikastola quedó atrás la muralla infranqueable que las sierras de Urbasa y Andia marcaban para el euskera. Ha sido el puente de unión de las dos Navarras, eslabón fundamental en la cadena lingüística que las separaba".

Hoy brilla su arcoiris multicolor sobre las praderas de Los Llanos, con ilusión renovada. Es este un aniversario de oro. Zorionak Lizarra Ikastola!

El autor es director de la Federación Navarra de Ikastolas

La idea de una ikastola en Estella-Lizarra parecía entonces una locura, pero con el paso del

tiempo alcanzaría niveles que

ni se soñaban entonces

La ikastola es sinónimo de vanguardia, motor del euskera en un contexto multicultural y multilingüe y, en esencia, un centro abierto y muy participativo