No estamos en contra de los perros
Efectivamente, no estamos en contra de los perros, estamos en contra de los dueños de ellos, que impregnan calles, paseos, jardines, fachadas, etcétera, de los excrementos de dichos animales, bien sean de un signo u otro.En nuestro caso, nos ha tocado abundantemente en varias ocasiones limpiar el pis de los perros en nuestra fachada y descansillo de acceso al portal. Esta vez han ido más lejos, ha sido ya el colmo, nos han dejado el regalito de las heces del perro en dicho descansillo de la vivienda, supongo que el perro tiene dueño o dueña, con lo que le quiero enviar un recadito y decirle que si tiene un poco de civismo y educación, lo que debe hacer es, o bien lo limpia y pide disculpas, o bien nos envía su dirección para que hagamos lo propio en su vivienda. ¿Qué le parece? ¿No le gustaría? Supongo que no, ¿verdad? Bueno, pues mínimamente le voy a decir cómo se llama este proceder, ¡es una marranada! y usted mismo (ya que no me da a mí la oportunidad de hacerlo), ¡califíquese!, ¿qué le parece que es usted? ¡Pues eso!Sorprende mucho (a este respecto) en qué se ha convertido nuestro bonito pueblo de Huarte, con sus amplias zonas de paseo a orillas del Arga, o el mismo paseo debajo del monte Miravalles, el cual se ha convertido en un auténtico cagadero de perros, habiendo por todas las zonas del pueblo abundantes lugares de esparcimiento canino. No se puede creer que alguien que se sienta mínimanente vinculado a Huarte no le guste más disfrutar de un pueblo limpio y acogedor, ¡es increíble!De todos modos, no se puede generalizar, pues de hecho, en Huarte hay 900 perros y los desechos caninos no son de todos, pero como hay más que suficiente para efectuar la queja, me permito dirigirme al Excelentísimo Ayuntamineto de esta bonita villa para rogarle que tome cartas en el asunto y trate de aplicar la norma utilizando el método que está funcionando positivamente en otros lugares, el cual obliga (mediante una prueba) a identificar el animal por medio del ADN, y de esta manera emitir la sanción correspondiente, ya que, de no ser así, se ve que es imposible revertir estas conductas y desde luego, no les importa nada lo que a los demás nos suponga gozar de una sana convivencia y bienestar.