esde hace años la imagen que trasladan de Navarra los diferentes portavoces de las derechas forales en Madrid tiene como denominador común una idea negativa de la comunidad. Todo mal y peor que mal. En cada entrevista, en cada comparecencia pública o en cada intervención en el Congreso o Senado. Eso ya es sabido. Pero de contar mentiras y describir una Navarra en un deterioro económico, político y social irreal se ha llegado, como no podía ser de otra forma en el recorrido de ese camino, a acumular un ridículo tras otro. No sólo es que se hayan instalado en el insulto como único argumento, sino que ni siquiera son capaces de navegar por esas turbulentas aguas sin naufragar una vez tras otra.

El último ridículo público lo ha protagonizado Navarra Suma por boca de la vicesecretaria de Organización del PP Ana Beltrán. Entrevistada en el programa de TVE, La Hora de la 1, Beltrán se estrelló estrepitosamente.

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Otra metedura de pata más. Los alardes de ignorancia nunca acaban bien. Tras la sucesión continuada y habitual de insultos, acabó defendiendo la reforma laboral de Rajoy de 2012 y criticando al Gobierno y a los grupos que lo apoyan por, según sus palabras, tratar de derogar aquel desastre sin el consenso con sindicatos y patronal. En sus palabras, lo contrario a lo que siempre ha hecho el PP en este ámbito, acordar con el consenso de todas las partes. Cuando el presentador Marc Sala le recuerda que esa reforma laboral se hizo sin acuerdo ni diálogo con los sindicatos, Beltrán entra en modo balbuceo, hace exhibición de su desconocimiento sobre lo que habla y afirma incluso que no puede asegurar que eso sea cierto. Que las redes hayan hecho de esa escena un circo de risas es secundario sobre lo importante realmente, la penosa imagen que se traslada de la política real de Navarra. No es así, con sus más y sus menos, la política en Navarra. El beltranismo es en realidad irrelevante en la política foral y cómo Ana Beltrán ha llegado a tan altas responsabilidades en el PP de Casado es uno de esos misterios seguramente irresolubles de la vida. Beltrán es un ejemplo de ese político que no tiene nada más que aportar a la sociedad que su falta de respeto a quienes no comparten sus ideas. Si se busca más allá, no hay nada. Solo torpezas. Si a eso se sumas el discurso próximo a los ultras de Vox en que se ha instalado Sayas o al insistente recurso a hablar del comodín de ETA de García Adanero -da igual de que cuestión, propuesta o tema hable, puede ser vivienda o autovías o la cría del champiñón en el monte Ezkaba, siempre dedica el minuto de gloria a ETA-, el bagaje político de Navarra Suma en Madrid deja siempre en mal lugar a Navarra. Una pena. Pero cada vez más irrelevante. Ciudadanos en desguace, el PP desaparecido y UPN en una creciente crisis interna -el goteo de concejales que abandonan el barco de Esparza no cesa-, son el resultado de un fracaso estrepitoso. Todo se reduce a meteduras de pata, salidas de tono, mentiras, insultos y ETA, mucha ETA y mucho EH Bildu eso sí. Le hacen la campaña gratis. Un chollo. La Navarra de hoy en día ni está ni se le espera en el discurso de Navarra Suma. Los Presupuestos, la rebaja fiscal y la financiación local le han pasado por delante sin enterarse.