lgo mágico tiene que tener Baztán y sus pueblos para ser desde hace años uno de los refugios de creadores y artistas, escenario de historias, libros, películas y arte. Un valle de gran belleza, misterioso y enigmático, que abre sus puertas a los visitantes en un ejercicio siempre de hospitalidad que no en pocas ocasiones acaba acogiendo a quien decide convertirlo en su lugar de residencia creativa. A Elizondo en particular y al Baztán en general les ha tocado el Gordo de la Lotería de Navidad mucho antes de que sea el sorteo el próximo día 22 de diciembre. Quien sabe si los vecinos reales de los pueblos del valle navarro podrán protagonizar su propia historia ese día y compartir la suerte con los suyos o se tendrán que conformar con esperar a la siguiente, sabiendo que la buena suerte siempre es relativa. Este año Elizondo e Irurita se han convertido en el pueblo donde transcurre el anuncio de la Lotería de Navidad, una de las campañas de publicidad más exitosas del año, que viene a ser a los anuncios como el catálogo de Ikea, que todo el mundo lo mira. Miles de visitantes llegarán estos días a las calles del pueblo navarro a través de la red y seguro que más de uno sentirá ganas de visitarlo. La historia lleva el sello de tres grandes cineastas vascos Jon Garaño, José Mari Goenaga y Aitor Arregi, autores de Handia o La Trinchera infinita y es sobre todo un guiño al mundo rural, a la vida en los pueblos, a la solidaridad, a la satisfacción de alegrarte por los demás, a compartir lo que se tiene incluso antes de tenerlo. Dar sin recibir. Pensar en los demás. Solidaridad colectiva. Generosidad. El valor de lo social frente al individualismo. Valorar lo cercano. Muy necesario todo en estos tiempos tan insolidarios. Ideas fuerzas de un mensaje que pretende vender ilusión a 20 euros. Cierto es que comprar y compartir un número de Navidad va mucho más allá del mero hecho de jugar. Es una tradición de arraigo, de esas que pasan de una familia a otra. Es algo que une, aunque en algunos casos si se gana puede acabar separando. Pero se agradecen mensajes optimistas y de esperanza en estos tiempos todavía inciertos, como esa cadena de décimos misteriosos que aparecen en el pueblo provocando la sonrisa y el bienestar de quien los recibe. Nadie sabe quien inicia la cadena ni quien está detrás de cada regalo. Todo un ejercicio de solidaridad anónima, la más valiosa. Ojalá nos tocara un poco de todo esto el día 22 de diciembre.

Dar sin recibir. Pensar en los demás. Generosidad. Solidaridad anónima, la más valiosa. Ojalá nos tocara un poco de todo esto el día 22 de diciembre