l 6 de diciembre de 1978 era una fecha señalada en el calendario de veinticinco millones de españoles. Veinticinco millones de personas que debían ratificar con su voto en las urnas el proyecto de Carta Magna que había emanado de las Cortes Generales. El Congreso y el Senado ya habían hablado; ahora era el turno de la ciudadanía. Fue un día histórico para nuestro país porque en el horizonte se vislumbraba la perspectiva de que España contara, por primera vez, con una Constitución refrendada directamente por el pueblo.

Y así fue. La Carta Magna fue aprobada con casi el 88 por ciento de los votos a favor. Quince millones de españoles dijeron "sí" a la Constitución. Y, de esta forma, nuestra joven democracia daba un paso más, un paso de gigante, hacia su plena consolidación.

Han pasado 43 años desde ese día. Nuestra Carta Magna se va haciendo mayor, pero seguimos recordando año tras año una efeméride que cambió el rumbo de nuestra historia. Porque los derechos, las libertades, la prosperidad que ha traído la Constitución a nuestro país merecen ser celebrados cada 6 de diciembre. Costó mucho esfuerzo alcanzar todas esas conquistas sociales, y debemos defenderlas hoy más que nunca.

Creo firmemente que la Constitución ha hecho país. Veníamos de una España rota y, sin embargo, la mayor parte de la sociedad dio su apoyo a la Carta Magna y abrigó la esperanza de caminar todos juntos hacia un Estado nuevo, más próspero, más justo, más moderno. No era fácil superar las divisiones y los recelos, pero lo hemos ido logrando. Entre otras cosas, porque la Constitución ha hecho posible la construcción de nuestro país desde el respeto a todas las sensibilidades, reconociendo el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que lo integran y la solidaridad entre todas ellas, como viene recogido en el artículo 2.

Más de cuatro décadas después, la historia nos sitúa ante nuevos desafíos que sin duda pasan por consolidar y ampliar nuestro Estado del Bienestar tras el enorme reto que ha supuesto la pandemia de la covid-19.

Vivimos tiempos de cambios porque, como ya hemos repetido a lo largo de estos meses, no queremos volver a marzo de 2020. Aspiramos a que la salida de esta crisis sin precedentes nos sitúe ante un nuevo escenario, con más oportunidades y mejores perspectivas para las personas jóvenes, las familias, las empresas o las trabajadoras y trabajadores autónomos de nuestro país.

La Constitución española nos dotó de derechos fundamentales que nos han permitido acceder a cotas de bienestar impensables hace solo unas décadas: a una sanidad y a una educación públicas, gratuitas y de calidad; o a servicios sociales que son un modelo de referencia en muchos lugares del mundo. La Constitución española ha hecho de nuestro país un lugar mejor y más habitable para millones de personas. Pero no podemos caer en la autocomplacencia; por eso, desde el Gobierno de España seguimos trabajando con políticas encaminadas a mejorar la vida de nuestros vecinos y vecinas y, en particular, de quienes más desprotegidos se encuentran.

En este sentido, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia dibuja una España del corto y medio plazo que será más verde, más digital, más igualitaria y más cohesionada social y territorialmente.

Me entristece profundamente escuchar discursos que suenan más a la España en blanco y negro que al país moderno y próspero en el que vivimos. Un país que ha sido y sigue siendo pionero en derechos: a la unión legal entre personas del mismo sexo, a la interrupción voluntaria del embarazo, a la protección de los menores ante cualquier tipo de violencia, o el reciente derecho a la eutanasia.

Sería un error retroceder 40 años atrás. Como sería un error seguir alimentando los discursos que solo dividen y confrontan y que parecen evocar esas dos Españas que la Constitución reconcilió en una sola. Desde el Gobierno central respondemos con políticas, con leyes, con derechos que nos hacen más libres como sociedad, pero que también aspiran a lograr un país más cohesionado y con mayores oportunidades. Un país en el que cabemos todos y todas.

Porque no perdamos de vista que la Constitución a la que hoy rendimos homenaje ha dibujado una España mejor: solidaria, emprendedora, igualitaria, más abierta y más justa. Y, si bien sigue plenamente vigente, son muchos los retos con los que encaramos el futuro y probablemente será necesario actualizarla y ponerla al día para adaptarla al entorno dinámico y en permanente evolución en el que vivimos. Habrá que hacerlo, siempre, manteniendo y defendiendo el mismo espíritu con el que se concibió: desde el diálogo, el consenso y la palabra. Los mismos instrumentos que hoy defendemos más que nunca para seguir haciendo país.

El autor es delegado del Gobierno en Navarra

La Constitución a la que hoy rendimos homenaje ha dibujado una España mejor: solidaria, emprendedora, igualitaria, más abierta y más justa

Probablemente será necesario actualizarla y ponerla al día

para adaptarla al entorno dinámico y en permanente evolución en el que vivimos