Rajoy no le echan en falta ni los suyos. No sé, nunca me ha parecido un político listo. Tampoco preparado. Como mucho un burócrata de partido más, especializado en navegar sobre las turbulentas aguas propias y, sobre todo, en evitar las puñaladas dirigidas contra sus espaldas. Con eso ha sobrevivido en la penosa política española durante dos décadas largas en la dirección del PP, incluso le sirvió para llegar a la presidencia del Gobierno y aguantar hasta que el Congreso le echó de Moncloa por el nivel insoportable que estaba alcanzando la corrupción del PP. Y poco más. Rajoy compareció el lunes en el Congreso en la comisión de investigación del caso Kitchen sobre la trama urdida bajo su Gobierno en el Ministerio del Interior para destruir las pruebas que el extesorero del PP Luis Bárcenas tenía contra este partido y las cloacas policiales y políticas organizadas alrededor del ex comisario Villarejo. Como no podía ser de otra forma, Rajoy se limitó a lo de siempre: no sabía absolutamente nada, no era consciente de nada y no le costa nada de todo eso. En un alarde de impostura más llegó a negar incluso la existencia de una Caja b en el PP, acreditada ya por tres sentencias judiciales. De cemento. Como siempre que llega a los tribunales o al Congreso un caso de corrupción, los argumentos de los implicados son los mismos: no sé nada, no hice nada, todo es mentira. Aznar, Rajoy, Cospedal, Arenas, Álvarez Cascos, Trillo, Rato y otros más han repetido la misma fórmula como una monótona letanía. Pero la verdad es otra. El mismo día que comparecía Rajoy en la comisión de investigación se publicaba un nuevo informe policial sobre las llamadas telefónicas y las agendas de Villarejo que detalla múltiples indicios de cómo la cúpula del PP y dirigentes de este partido conocieron detalles secretos de las investigaciones judiciales del caso Gürtel y de sus dos causas derivadas, la Caja b que controlaba Bárcenas, y el caso Kitchen. Rajoy ha formado parte de la dirección del chiringuito popular durante más de 20 años, como vicepresidente de Aznar y como presidente luego. Rajoy ya formaba parte de la dirección del PP cuando el genocida Franco era cornetín. Más claro aún, antes de que Javier Taberna llegara a la presidencia de la Cámara Navarra. Tiempos tan lejanos que resultan inmemoriales. Pensar que en este tiempo no se ha enterado de nada puede ser una forma de hacerse el tonto, pero no es creíble. El marianismo político es sólo un modelo más de ese golferío democrático tan habitual en la historia de la política española. En esos 20 años, los casos de corrupción del PP han salpicado a todos sus tesoreros, imputado a cientos de cargos públicos y costado millones de euros al erario público. Es responsable por activa o por pasiva. Eso de lo que usted me habla o esa persona por la que usted me pregunta, es solo una vía de intentar escapar. Rajoy cambia la responsabilidad y la ética que se le exige a la política por esa palabrería graciosilla que tanto gusta al periodismo facilón. Una forma como cualquier otra de envolver todo ese inmenso pozo de porquería de normalidad. Rajoy acaba de firmar un libro -dudo todo que lo haya escrito él-, titulado Política para adultos. Hubiera sido mejor título el de Mire usted, yo solo pasaba por aquí. Y así nadie se lleva a engaño. Prepotencia y chulería para disimular una vez más la verdade política, social y judicial de la corrupción.