igo decepcionado desde la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, después de la reunión con los presidentes de CC.AA. que tantas expectativas había levantado.

Ese Sánchez por el que desde hace cinco años me he ido dejando la piel en su defensa, pública y privadamente, en tertulias o artículos, pero que me acaba de decepcionar profundamente por su falta de valentía a la hora de tomar las medidas necesarias pero impopulares, que demanda la actual situación generada por la variante Ómicron del coronavirus. Como se sabe, soy muy crítico con esa cobardía de la clase política actual, toda, que no escucha las demandas que le llegan desde la comunidad científica.

Es cierto que esta variante, de momento, parece menos agresiva pero más infecciosa. Pero a expensas de lo que ocurra las próximas semanas, a pesar de ese dato al ser más expansiva está produciendo una mayor condensación en los hospitales, también de UCIs y acabará habiendo más fallecidos.

También señalan con buen criterio epidemiólogos, virólogos, o personal sanitario de diferentes especialidades, que "vacunar, vacunar, vacunar" sirve pero no es suficiente y que, o tomamos otras medidas de contención, o acabará engulléndonos.

Lo señalaba en una reciente aparición en televisión el afamado neurólogo Alfonso García-Sastre; que si con Delta la posibilidad de enfermedad grave era de un 10 % de los infectados, con 1.000 les afectaba a 100, pero ahora aunque haya bajado al 1 %, al ser 100.000 son 1.000. Matemática pura. Además esa falsa dicotomía de salud y vida frente a economía y juerga, acaba desmontándose en la práctica.

Si se hubieran mantenido las medidas un tiempo más hasta después de las fiestas, habría que preguntarse si la suspensión de cenas y comidas de trabajo, o navidad, la participación en eventos culturales, o los viajes y el turismo, el impacto económico; ¿habría sido mayor o menor?

Cobardía de los políticos y políticas, sociedad insensata e insolidaria, invierno, actividad en interiores, reuniones sociales, la mezcla explosiva para tener la situación actual que nos lleva al desastre.

Si se hubieran tomado medidas más valientes, como control de esos interiores, toques de queda en las fechas más señaladas, control de fronteras de país y comunidades, o reuniones con máximo dos burbujas familiares, podríamos haber contenido esta avalancha. Pero no se tomaron por falta de valentía y temor al impacto electoral.

La derrota de una valiente Merkel que tuvo el coraje de tomar medidas eficaces pero impopulares, más la victoria rotunda de Ayuso en Madrid con su política sin restricciones, ha hecho mucho daño en esta lucha contra la covid, porque ha provocado un temor a la derrota electoral.

En estas circunstancias no podíamos esperar nada nuevo en la última reunión de presidentes, ni tampoco de lo que cada cual hace en su autonomía. Excepto un valiente Pere Aragonès que sí ha sido capaz de hacerlo y va a permitir comparar sus medidas con las del resto.

Pero sí ha resultado una sorpresa que la medida estrella fuera una que ya estaba implantada.

Tomadura de pelo colectiva, como lo es que apenas 12 horas después algunas como la señora Induráin de marcha atrás, anunciando que posiblemente se debiera tomar medidas más contundentes, mientras la señora Chivite corre pidiendo ayuda a Íñigo Urkullu. Qué pena, qué decepción.

Dejo para el final trasladar y hago de transmisor, un mensaje emitido por la variante Ómicron del coronavirus: "A través de este comunicado deseo transmitir mi agradecimiento a Pedro Sánchez por sus vacías comparecencias, a alcaldes como el de Villava de Bildu, o Pamplona de UPN que permiten todo tipo de eventos, a las presidentas María Chivite de Navarra e Isabel Díaz Ayuso de Madrid, PSOE y PP, por su inacción, la segunda con rasgos psicopáticos y a esas gentes irresponsables e insolidarias.

Todos y todas ellas permiten mi supervivencia y extensión. Les deseo unas felices fiestas (las que quedan, más peligrosas si cabe) sin medidas, porque eso me hace muy feliz y asegura mi futuro.

He intentado mandar un mensajea esos dirigentes que supongo ignorarán con el caso de Antonio Resines. A las gentes que sufren por mi causa trasladarles que no me pidan a mí responsabilidades por hacerles sufrir, porque eso forma parte de mi naturaleza, sino a quienes he citado anteriormente que garantizan mi existencia".

El autor es exparlamentario y concejal del PSN-PSOE