asado, querido, siempre has tenido cara de niño pijo, y lo sabes. Por eso te dejaste barba, para aparentar una hombría que no acaba de convencer. Tus actos te traicionan cuando respondes como un niño mimado, montando en cólera mientras tus adversarios te hacen sombra, como la nueva Juana de Arco que brilla con luz propia, abriéndose camino, quién sabe si hasta el trono con el que sueñas, y aparece tu falta de temple para afrontarlo, poniendo en riesgo de naufragio a la embarcación que te llevara a lo más alto.
Lo tuyo del "coño" en el plenario del Congreso ha sido una pataleta de niñato que quiere llamar la atención y poner el foco en tu rostro pretoriano que tanto te gusta cuando te miras en el espejo, para usurpar por un día los titulares de la prensa y obtener el respaldo de una base social que comulgue con lo soez, confundiendo con lo valiente, aunque Dios quiera que ese sea un mal diagnóstico por la cuenta que nos trae si hacen presidente al personaje que representas.
Ha quedado atrás el día en que te encaramaste a la tribuna de oradores del Congreso y, con un discurso elocuente que hizo las delicias de tu exadversario, el Sr. Iglesias, prometiste trabajo centrado en los asuntos que preocupan al ciudadano, y poco ruido, todo lo contrario a lo que nos has obsequiado desde entonces en respuesta al partido de Abascal, que te pisa los talones en las encuestas y te pone de los nervios.
El infantilismo te lleva a ungirte con el que más grita capador, derrotando así al adversario de trinchera, emprendiendo un camino de exabruptos, de hipérboles, de palabras malsonantes, convirtiéndote en una caricatura que difícilmente te arrimará a la presidencia a no ser que una mayoría social sea presa de la paranoia, que los tiempos que corren tampoco lo convierte en un imposible.
Tal es tu grado de desquicie que hasta la ecuánime y moderada vicepresidenta, Sra. Calviño, según tus propias palabras, ha tenido que salir al paso diciéndote a la cara que está asqueada de tus alegatos a favor del Apocalipsis nacional, que recuerda al Apocalipsis navarro anunciado por UPN desde que alumbró el gobierno de coalición. Más te valdría seguir las enseñanzas de Leonardo da Vinci cuando afirma que "Nada fortalece más a la autoridad que el silencio".
Tu repuesta no se ha hecho esperar. Has vuelto a montar en cólera llamando a la Calviño la peor ministra del mundo mundial, una inepta, defraudadora fiscal y otras lindezas de calibre. Quieres someterle a un tercer grado programando 100 preguntas dirigidas a ella en la sesión de control al gobierno para atosigarla, para decir a los cuatro vientos que contigo no se mete ni Dios. Se te ha vuelto a ir la olla, y lo peor es que desnudas al personaje, como alguien que no aguanta un envite y que clama venganza. Te cuesta aceptar el juego democrático.
Es vox populi tu deseo irrefrenable de llegar cuanto antes a la Moncloa, tomando todos los atajos que sean precisos, como el de saltarte a la torera la carrera de Derecho, una pérdida de tiempo, para acceder a la cumbre, enrolándote directamente en la sala de máquinas del PP de Madrid, aprendiendo muy pronto las artes de la conspiración, inspirado por maestros de la esgrima como González, Granados o Esperanza, aprendiendo codo con codo junto a tu entonces amiga, Isabel Díaz Ayuso.
Todas tus andanzas, incluido el fraude para obtener el título de Derecho, se pueden perdonar por cualquier bien nacido, pero hay dos pecados capitales que ni San Pedro las puede obviar, cerrándote las puertas del paraíso. El bloqueo del CGPJ, mantenido durante tres años, batiendo el récord de Aznar, tirando por la borda el mandato constitucional en un claro ejercicio golpista.
Y tus últimas peripecias en los viajes a Bruselas para poner en la picota al quehacer del Estado español con falsedades, con el propósito de impedir la llegada de los fondos europeos, constituye un acto de alta traición, algo mucho más grave que el refrendo testimonial del procés catalán, méritos más que suficientes para dormir entre rejas por mucho tiempo si la democracia hubiera aterrizado en los altos estamentos judiciales.
Caminas con paso firme sabedor de que tienes las espaldas cubiertas por la actual cúpula judicial, mostrándote como un perro ladrador que ahuyenta a los adversarios, abrazándote a la furia española por los que tantos éxitos cosechó el Real Madrid, según mentaban los medios de la capital, confundiendo el espectáculo del deporte con el de la política.
En todo caso llegarás a la Moncloa apoyándote en la muleta de Abascal, traspasando la línea roja marcada por la mayoría de los políticos europeos, y con el permiso de Ayuso, siempre al acecho para recoger el fruto maduro.
Caminas con paso firme sabedor
de que tienes las espaldas cubiertas por la actual cúpula judicial, mostrándote como un perro ladrador que ahuyenta a los adversarios