stá bien esto de que el móvil te recuerde los buenos momentos de hace un año, dos, tres... Está bien despertarte una mañana y recordar sin esfuerzo lo que viviste en esa fecha, dónde estabas, con quién, cómo lo pasaste... es lo que tienen las imágenes, que nos transportan fácil a otros momentos y lugares. Y generalmente no retratamos lo malo, solo lo bueno, porque el resto aunque lo veas no lo quieres fijar y si se cuela en la cámara puedes mandarlo a la papelera y eliminarlo. Ojalá fuera tan fácil borrar los malos ratos de la vida, resetearnos por dentro de todo aquello que nos ha hecho daño. Quedarnos solo con lo bueno para con ello construir nuestra historia diaria, como si fuéramos una aplicación del móvil que lo hace de manera automática. Ahora toca ver de nuevo la Navidad de hace un año, mientras retratamos la de este 2021. Diferentes, pero demasiado parecidas. Aunque en realidad la Navidad hasta el año pasado siempre lo era, todo se repetía, supongo que por tradición y rutina, hasta que en 2020 el virus nos recolocó de golpe y ya este año nos ha acabado de resituar en la vida. En el retrato actual toca refugiarse en la burbuja para cuidar nuestra salud y la de las personas cercanas vulnerables. Unas navidades con más dosis de soledad que de multitud, aunque no siempre la soledad es mala compañía si sabes y sientes que desde la distancia hay personas que están cerca. Ese es uno de los “regalos” que nos deja el covid, la capacidad de sentirnos cerca de personas que no están a nuestro lado, aunque también ha retratado a esas otras que estando cerca se sienten muy lejanas. Mirando las fotos de este 2021 en el móvil me quedo con lo bueno, con lo feliz que me he sentido, la suerte que tengo de estar bien, la alegría de haber compartido tantos buenos ratos, quizás breves pero muy intensos, con personas a las que quiero. Veo también, al mirar las fotografías enviadas en su honor el día que se fueron, la tristeza sentida por los seres queridos que ya no están entre nosotros y siento la suerte de haber podido recorrer parte del camino con ellos y ellas. Creo que ahora más que nunca lo que le pedimos a la vida son pequeñas cosas, momentos que hacen grande nuestro día a día y nos ayudan a encontrar nuestro lugar, allí donde nos sentimos felices y agradecidos de poder estrenar un año más. ¿Qué pedirle al 2022? Vida, amor, salud... nuevas fotos que retraten buenos momentos, que en un tiempo nos recuerden que seguimos teniendo suerte por estar donde estamos. Urte berri on.

Creo que ahora más que nunca lo que le pedimos a la vida son pequeñas cosas, momentos que hacen grande nuestro día a día y nos ayudan a encontrar nuestro lugar