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Carta a los Reyes Magos

e provocaba un miedo atroz deslizar la mano en las fauces del león. La cara del felino, brillante como lingote de oro, estaba pegada a la pared del edificio de Correos. No había presencia del resto del cuerpo, pero aquella boca negra y sin fondo ya infundía temor. Quisiera o no tenía que arriesgar para enviar la carta a los Reyes Magos. Eso me aseguraba quien me levantaba por la cintura. Yo no tenía alma ni carácter de domador; nunca me gustaron los domadores del circo, asustando a latigazos a unos tímidos leones; sentía más atracción por las trapecistas, pero esto no viene muy a cuento de lo que estaba recordando. Escribir a los Reyes era, en nuestra infancia, un trámite de obligado cumplimiento a nada que hubieras aprendido ya a juntar letras. Luego, alrededor de esa ilusión se generaba todo un teatrillo familiar que en mi caso pasaba, como digo, por la visita al león. Lo recuerdo como si fuera hoy. O por eso mismo.

Creo que todavía se sigue practicando esa tradición epistolar tan navideña, aunque imagino que a los pequeños de ahora habrá que comenzar por explicarles que antes las personas se enviaban mensajes que doblaban en sobres y que ese trámite tenía un precio que era el del sello pegado, previo lengüetazo, en una esquina. Y aunque este canal de comunicación haya caído en desuso, deben saber que los Reyes no tienen cuenta de correo electrónico ni grupo de whatsapp donde dirigir las peticiones ni perfil en Instagram. Parecerá exagerado, pero los críos, con apenas 2 años, manejan antes una pantalla táctil que los lápices de colores. Nativos digitales les llaman. Las nuevas tecnologías crecen con ellos y a la hora de pedir regalos para esta fecha los juguetes de toda la vida encuentran una feroz competencia. Y luego el Papa se enfada porque los jóvenes pasan mucho tiempo pegados a los móviles y aparcan la comunicación y el contacto persona a persona. En fin.

Me falta decir que junto a la carta a los Reyes había que escribir un montón de christmas a la familia, sobre todo a quienes vivían lejos. Aquí el truco era cambiar el encabezamiento y repetir siempre el mismo texto. Ya no recuerdo cuando realicé el último envío. Hoy quise escribir una carta a los Reyes y me salió una carta al pasado.

Los Reyes Magos no tienen cuenta de correo electrónico, ni grupo de whatsapp donde dirigir las peticiones ni perfil en Instagram