eo en The Guardian que viajeros que pasan un largo tiempo en India muestran cambios psicológicos y de comportamiento, una especie de síndrome que los dejaría perdidos para siempre, colgados de los clichés que muchos occidentales aún sostienen sobre este país. Mi experiencia en India se reduce a 15 días, así que no puedo aportar mucho pero creo que no hace falta asentarse allí para sentirse perdido. Basta con levantar la mirada de nuestros tests de antígenos.

El primer ministro británico Boris Johnson asistió a una alegre fiesta organizada en el jardín del 10 de Downing Street mientras difundía y regían para los ciudadanos ingleses y el resto del mundo los códigos del confinamiento radical y en la misma sede se sumaban otras dos celebraciones de miembros de su equipo.

Donald Trump barrunta volver a presentarse candidato al trono mundial de la Casa Blanca un año después de un asalto al Capitolio inquietante no por la caricatura del gorro de bisonte con cuernos y las barras y estrellas como pintura de guerra, sino por la cantidad de abogados y profesionales liberales cuarentañeros de clase media norteamericana que engrosaron este ataque.

La población civil siria que milagrosamente sigue viva ha podido ver por fin cómo un tribunal alemán ha condenado a cadena perpetua por torturas, asesinatos y violaciones al excoronel Anwar Raslan, un señor que hasta 2019 había vivido legalmente 5 años en Alemania como un inmigrante sirio más.

Y volviendo a Reino Unido, la Casa Real británica está dejando de ser tan intocable como el mito artúrico de Excalibur. Al Príncipe Andrés le han retirado títulos militares y el de Su Alteza Real y tendrá que actuar en el juicio por abuso sexual que se sigue contra él en Estados Unidos como un Andrew cualquiera. Ni siquiera su reina y madre, en su infinito control de la información completado por el MI6 fue capaz de anticipar a dónde conducirían las amistades de su hijo con el depredador Jeffrey Epstein. Parece que al final nos vamos encontrando.