En primer lugar, vaya por delante mi admiración y agradecimiento a las trabajadoras y trabajadores de la residencia Landazabal de Burlada por el cariño y la dedicación que demuestran en el cuidado de nuestros mayores. Toda la plantilla desarrolla una labor que proporciona una asistencia muy humana y de una calidad que la hace destacar entre las residencias de nuestra comunidad.La plantilla de la residencia, en el primer año de la pandemia, antes de la llegada de las vacunas, hizo frente a una situación realmente dura ya que la enfermedad golpeó con fiereza a los residentes, lo que sin duda repercutió en las trabajadoras dado el vínculo afectivo que, más allá de lo profesional, establecen con las y los abuelos.Es comprensible pues, que tras la etapa de confinamiento más duro que todos soportamos, se estableciera un sistema de visitas y salidas muy restrictivo para evitar nuevos brotes de la enfermedad y proteger así a los residentes. De esta manera, nuestros familiares han soportado la enfermedad, el aislamiento, la soledad y la pérdida de compañeras y compañeros en una etapa de sus vidas en que, en algunos casos, no se tiene la capacidad cognitiva necesaria para entender una situación de estas características.Con la llegada de las vacunas y la relajación de las restricciones para la población general, se ampliaron también las visitas y salidas para los residentes con lo que, por lo menos en lo que nos toca, experimentamos una gran alegría por poder disfrutar de nuevo de la compañía y cariño de nuestros familiares.El día 8 de enero, ante la aparición de varios casos positivos, la dirección de la residencia nos comunica el fin de las visitas y salidas, de manera categórica, sin contar en absoluto con el consenso de los familiares y saltándose totalmente las diposiciones de la Orden Foral 63/2021 y contando, eso sí, con la aquiescencia del departamento de Derechos Sociales. Estos casos positivos reportados por la dirección de la residencia son, afortunadamente y gracias a las vacunas, asintomáticos o cursan con síntomas leves, por lo que me resulta dificil aceptar que sometan a los abuelos a un nuevo aislamiento que vuelve a comprometer su bienestar psico-afectivo y los convierte, después de todos sus esfuerzos, en ciudadanos de tercera, despojados de su libertad y sin voluntad, mientras el resto de los ciudadanos disfrutamos de total y absoluta libertad de movimientos.A día de hoy, 21 de enero, nos comunican un cambio en el régimen de visitas, consistente en una hora semanal por residente a partir del lunes 24.No quiero pensar que dichas decisiones obedezcan a una especie de profilaxis reputacional por parte de la dirección de la residencia, siendo evidente que el equilibrio riesgo-beneficio de las salidas y visitas , gracias al esfuerzo vacunacional, se decanta hacia la libertad de movimiento de los residentes, siempre con las precauciones comunes a toda la población.
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