o puedo entender que el alcalde de Pamplona reduzca un 7% el número de plazas del modelo de inmersión en euskera en las escuelas infantiles. Quiere que solo haya un centro en euskera, en la Txantrea, y que el resto tenga modelos en castellano o mixtos, que es lo mismo que decir que, aunque se hable en euskera dentro del aula, el funcionamiento del centro será sí o sí en castellano. Esta decisión, de todas formas, es muy coherente con su posición de no dar al euskera ni pan ni agua para ver si de una vez termina por desaparecer del mapa.

Entiendo también que los socialistas, calculadora en mano, no quieran ni oír hablar de hacer la más mínima concesión en la llamada Zona no Vascófona, para que no se le fuguen votos. Saben, sin embargo, que la actual realidad-lingüística ha cambiado muchísimo desde que se hizo la Ley del Euskera en el 86 y que va a seguir cambiando porque el número de personas euskaldunes adultas crece en Navarra año tras año. Más de 30 años de modelo D se notan. Y saben también que lo de mantener la zonificación lingüística de un territorio suena ya casi a chiste en pleno siglo XXI. (¿Habrá zonas lingüísticas en el Metaverso?) La Ley del Euskera está más que desfasada, y lo saben.

El borrador de decreto que han publicado ahora es un parche temporal y poco racional que no contenta a nadie, pero es lo único a lo que se ha podido llegar en la mesa de negociaciones, y esto también lo entiendo. Me revienta, pero lo entiendo.

Pero lo que no entiendo ni entenderé es como una señora jueza puede hacer un corta-pega de vaya usted a saber qué blog de internet que dice que el euskera es la lengua más difícil del mundo y basar su sentencia en esta tontería. Por favor, ¿no hay una manera de controlar a estos jueces?