xplica el rey emérito en una reciente carta a su hijo, Felipe VI, que tomó “la decisión de trasladarme fuera de España”, para facilitar el ejercicio de sus funciones al nuevo monarca. Juan Carlos I puso rumbo a Abu Dabi en agosto de 2020 sin previo aviso, a escondidas de la opinión pública. Salió por la puerta de atrás cuando estaba siendo investigado por la Fiscalía. Encontró refugio en una jaula dorada, bajo el manto protector de una monarquía absolutista, sus “entrañables amigos” de los Emiratos Árabes, según los ha llegado a definir. En ese momento, el Borbón era un prófugo de la Justicia, un hombre que ponía tierra de por medio para eludir sus responsabilidades, huir del escándalo levantado por sus amantes y por las jugosas comisiones que recibía y que escondía a cualquier tipo de control. Ahora, archivadas las investigaciones por la Fiscalía, anuncia que quiere volver, no para fijar su residencia, sino de visita, que al calor del Golfo se vive bien. Juan Carlos I se ha librado de ser perseguido por trece delitos.

Buscar y encontrar un refugio no es ser un refugiado. Este concepto se aplica a quienes se ven obligados a abandonar su lugar de residencia ante el temor de ser perseguidos por razones relacionadas con su etnia, religión, nacionalidad, grupo social u opiniones políticas. Como los que huyen de la invasión rusa en Ucrania, o antes del conflicto en Siria. Según los datos de ACNUR, en el planeta hay 82,4 millones de desplazados por conflictos armados, violencia generalizada o violaciones de los derechos humanos, de ellos, más de la mitad tienen menos de 18 años. La guerra declarada por Putin ha generado hasta ahora dos millones de refugiados, cifra que seguirá in crescendo en los próximos días. La mayoría no tiene garantizado un lugar de acogida, tampoco en los Emiratos Árabes.

En los planes de Juan Carlos I no entra el regresar a España; si lo hace, será a modo de visita. Tampoco expresa arrepentimiento más allá de lamentar “los acontecimientos pasados”. Mismo lamento expresado por Iñaki Urdangarín el pasado lunes en su primera entrevista en lustros. De arrepentimiento, de pedir perdón por un enriquecimiento obsceno -y en el caso del exdeportista, ilegal-, ni hablamos. Todos se acaban yendo de rositas, como lo hará Putin tras mandar a la muerte a miles de rusos y ucranianos. Y si le persiguen, siempre podrá refugiarse en Corea del Norte.

El prófugo Juan Carlos I encontró refugio en una jaula dorada; la guerra declarada por Putin ya ha generado 2 millones de refugiados que buscan quien los acoja