Un placer inmenso enviarle una carta a un bribón. Sobre todo si fue rey, ahora es emérito o como le quieras llamar, pero es algo que no disimula lo de bribón. Nacido con sangre azul o verde, qué más da. Rey por la palabra de un dictador que trajo la miseria y el crimen, jefe del Estado y del ejército de un país lleno de pulgas y garrapatas de mata pobre. Bribón simpático, campechano. Que no es ni de campo ni de chano. Un personaje digno de los tiempos de una dictadura: petróleo, jeques, queridas y a chupar del bote a raudales por la cara. Padre, abuelo y cabeza de una dinastía más que nos perseguirá hasta que los que se dicen socialistas y republicanos quieran. Y así nos va.