uizas la hayan leído ya, si no se la recomiendo. Es una de esas joyas literarias y vitales que de vez en cuando nos regala esta profesión, una pequeña carta al director, en este caso a la directora, en la que de pronto ves como la vida pasa por delante y sientes todo el amor que cabe en las palabras bien dichas o escritas. Y te emocionas, con la falta que nos hacen las historias que nos remueven por dentro. Me refiero a un texto breve publicado esta pasada semana en El País. Se titula Ya no hay empatía y habla del amor y de la sensacion de vacío y soledad que te produce la pérdida del ser querido y de la impotencia por la indiferencia que mostramos ante el dolor ajeno. En estos tiempos en los que tanto se habla del amor, para bien y para mal, creo que hay que seguir reivindicándolo como una de las fuerzas que nos movilizan. El amor es sentir que tienes un lugar al que volver, es ese dibujo que cada mañana te despierta una sonrisa, es un libro, una canción, un viaje, un paisaje, un beso, un gesto, es tu pareja, pero también tu amiga, tu familia... es sentir donde está tu apoyo, tu complicidad, la palanca para seguir cuando te sientes parada. Y el amor no es algo fijo que se conquista, es algo vivo que hay que regar y cuidar y adaptar y sobre todo vivirlo cada día. Pedro, el autor de la carta, y Nuria, su mujer no tuvieron hijos y eso en su caso, como en otras parejas, con los años consolidó y reforzó el amor en una vida feliz, intensa y plena. Lean su historia, contada en ese mismo medio tras contactar con él, seguro que les mueve, al menos si están enamorados.