Lo reconozco, tengo un punto kitsch. El tema folclórico me va y aunque no me reconozco en Rocío Jurado ni en Isabel Pantoja (soy más de Paquita Rico y Dora la Cordobesita, que se retiró de los escenarios al casarse con el matador Manuel Jiménez Moreno "Chicuelo"), muchos días me ducho tarareando ese "Americanos" que Lolita Sevilla llevó a la fama mundial interpretándolo maravillosamente como tema central de la película "Bienvenido Mister Marshall".

Y desafino. Ya lo creo que desafino, pero igual no tanto como ese "Tonadillero", el único castaño de la torada, marcado con el 82 en los costillares y de 530 kilos de peso que se encargó de hacer casi todo lo feo que vimos en la carrera de los Jandillas. Subió escopeteado Santo Domingo y a punto estuvo de armarla en la Plaza Consistorial donde, de un plumazo, se cargó a una moza y dos mozos antes de seguir adelante. Los atropelló por alcance y se marcho como alma que lleva el diablo. Y luego ya, en el mismo callejón, enganchó con el pitón derecho el jersey de otro corredor al que arrastró durante unos metros poniendo a prueba la resistencia del tejido y el miedo del chaval que no veía el momento en que acabase esa angustiosa situación.

Está claro que estos toricos tienen fama peligrosa por estos lares y si los cebaditas habían llamado la atención el día anterior, ellos no iban a ser menos. ¡Faltaría más! Aquí hay que trabajar y labrase la fama de forma continuada para que te reconozcan los méritos y te vuelva a llamar porque, como dice mi sobrina Sara, "no hay mejor lotería que el trabajo día a día". Al final eso acaba dando sus frutos. Con eso, te garantizas repetir en SF2023.

Así que, confabulación nocturna y consigna entre los seis hermanos: que la gente vea que la ganadería de Jandilla va a a toda pastilla, también pilla, le pone guindilla y para alguno esto acaba siendo una pesadilla (no sé si lo hablaron pero ha quedado de maravilla).

Al final, otro corneado para añadir a las estadísticas sanitarias y también a las de los empollones del encierro que se devanan los sesos todos los días añadiendo datos a la carrera más vertiginosa y popular del planeta. Que si los cebaditas llevan 59 cornadas en la feria, que si los Miuras son invitados asiduos desde hace años o que si un jandilla es el más veloz de la historia del encierro y que otro perforó hasta en cinco ocasiones al desaparecido Julen Madina. Al final, el papel lo soporta todo pero aunque hay tendencias claras, cada encierro, como diría Forrest Gump "es una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar". Y hoy en día parece que se sufre más con estas ganaderías pero son los Guardiolas (ganadería que se despidió en 2014 del mundo de la lidia) quienes lideran la luctuosa lista de fallecidos en el casco viejo pamplonés. Y en 2019, ninguno de los heridos por asta de toro, recibió la cornada ni de jandillas ni de Cebadas. Al final, resulta que las estadísticas son como los pareos en la playa, te sirven para hacerte una idea pero siempre esconden lo más importante.

Al final, me queda una duda. Siendo los morlacos pacenses muy amigos de destacar y sobresalir en sus galopadas matinales por aquí, me ha llamado la atención la discreción de Gabriel. Eras, con tus 565 kilos y el número 70 grabado a fuego en el lomo, el más pesado de la manada. Sabías que tenías prácticamente a todo el país  pendiente de ti y de lo que durante estos menos de tres minutos de gloría pudieras hacer. En la vida vas a volver a estar en una situación como esta con tanta audiencia que no cerrará los ojos ni para pestañear y decides pasar inadvertido. Chico, no te entiendo. Tú sabrás.

PD.- Releyendo el articulo para buscar erratas antes de entregarlo, veo que me he equivocado. Ese toro número 70, se llamaba Rufián ¿En que estaría yo pensando?