La historia de nuestra época y la actualidad de nuestros días proporcionan perfiles de personajes que se convierten en figuras de postín en muchos campos de la actualidad y el cocimiento general. El relato de las noticias se sustenta sobre personajes que soportan la categoría de figuras por su bien o mal hacer, y los casos de nombres propios salpican las redacciones cargando los informativos con nombres y apellidos, desconocidos hoy y quemados mañana. Ejemplo señero el de la república invadida de Ucrania y su presidente, poco conocido hace doscientos días y hoy convertido en tótem de la invadida tierra de los cosacos. De presidente televisivo a presidente de una república machacada por las tropas rusas, Putin y Zelenski se han convertido en personajes habituales de conversaciones, comentarios de barras de bar y noticieros. Dos estilos, dos formas de utilizar los medios, dos perfiles definidos, dos maneras de llegar a las masas de millonarias audiencias. Cada uno de estos dos muñecos de actualidad obedece a patrones, estilos y modos de trasladar mensajes a eso que se llama Opinión Pública. Seco, arisco, seguro de su inmenso poder, el eslavo acaricia el botón nuclear con maligna habilidad. El otro, sueña con salvar a su pueblo y ha pasado de Popeye a héroe. Los dos siguen pautas prefijadas de comunicación. Personajes odiados, amados, queridos, rechazados y actores de un guion escrito en las sombras de dos pueblos en guerra brutal. Zeus dominadores de la vida y la muerte de sus pueblos sometidos a la barbarie infame de una guerra sin fin, alargándose camino de los doscientos días de muerte, destrucción, y odio eterno de unos y otros. Muñecos de un inmenso guiñol manejado con vesania y atrocidad salvaje, camino de la destrucción violenta, que marcará la historia de dos personajes, sometidos al papel acusador de pasar a la historia con manos manchadas de sangre de inocentes.