Estamos asistiendo cada vez más a una realidad mediática difícil de controlar. Dirigentes de partidos enfrentados en dos bandos, parejas célebres que se separan, famosos que se odian, contrincantes que se dirimen en el terreno virtual con mayor virulencia que en la vida real... Una foto en Instagram o un comentario en Twitter pueden destrozar o encumbrar a una persona de forma fulminante. Como quien cotiza en una sensible bolsa. Ya lo vimos con Ayuso y su crecimiento exponencial de seguidores en su guerra abierta con Casado. El tema viene al caso de enfrentamiento entre Piqué y Shakira, una guerra que se ha librado de forma durísima y ha medido su popularidad. El mismo día que se publicaba el comunicado que confirmaba su separación, el pasado 4 de julio, la artista colombiana aumentaba su número de fans en Instagram de golpe en 400.000 y ha ganado hasta dos millones en este periodo de tiempo. Desde entonces la subida ha sido imparable hasta los 77 millones frente a los 20,4 que tiene el defensa culé que ha perdido seguidores por goleada. Ella, mucho más activa en las redes que el catalán, se ha ganado el corazón de la gente. En cambio, la imagen de Piqué se ha visto perjudicada seriamente tras su ruptura. Nos faltará mucha información, sin duda, pero se ha especulado tanto con este affaire que podríamos decir que hasta nos hemos metido en sus alcobas. Desconocemos si el acercamiento de Piqué a su nueva pareja catalana se produjo antes o después de la separación, si la cantante se enteró -como dicen- por unos detectives privados que ella misma contrató, si Shakira se ha vengado como señalan los Mamarazzis filtrando el nombre y la foto de la joven con la que se relaciona al jugador, si Piqué la ha tomado contra ella dejándose fotografiar en actitud cariñosa con la joven estudiante de Relaciones Públicas (en un concierto, en la boda de un amigo, cenando y dándose besos...) o en realidad ya no le importa lo que dirán y quiere demostrar al mundo que no hay vuelta atrás con Shakira... sea como sea da la impresión de que este litigio ha sido utilizado por ambos para tirarse los trastos. La más directa diríamos que ha sido ella lanzando en un tiempo récord dos temas musicales que por cierto han arrasado Te felicitó y Monotonía (54 millones en Spotify de usuarios mensuales) y todo apunta a que estaría hablando en sus canciones de forma bastante explícita de su experiencia personal, de engaño y decepción. Es difícil no posicionarse en una guerra así, y yo como siempre he sido de Shaki, muy de Shaki, y estoy completamente condicionada ya lo digo. No llego al punto de comulgar con sus fans en redes que tienen grupos verdaderamente fanáticos que despotrican de forma irrespetuosa contra Piqué y su nueva chica, ni tampoco estoy de acuerdo con que se exhiban a los hijos de Shakira con ella para contribuir a mejorar su imagen. Pero sí, el Discover me ha ido mostrando los pormenores de la aparatosa separación. El sábado se despedía Piqué entre lloros en el Camp Nou y este martes aparecía en el Sadar donde terminó expulsado. Las fotos de su discusión, airado y violento, con el árbitro o sus lágrimas en el adiós a su trayectoria como futbolista cobraban especial sentido precisamente por su exposición mediática. Y la verdad es que no sentí pena. Me confieso. El mismo día del encuentro entre el Barca y Osasuna conocíamos que la cantante llevará a sus hijos a Miami en 2023 y que Piqué podrá viajar a Estados Unidos siempre que quiera, gastos que irían a cargo de una cuenta común. Está claro quién ha ganado, ¿no creen? En fín, que fútbol y espectáculo nunca han ido tan de la mano.