No es de extrañar que la única mujer que cantó ayer durante la ceremonia inaugural del Mundial 2022, en el estadio de Al Bayt, lo hiciera con el rostro cubierto o que en el palco de autoridades apenas hubiera féminas mientras el Emir de Qatar apelaba a la “diversidad” alegando que el evento ha reunido a personas de todas las nacionalidades y creencias. Increíble que lo diga en un país donde se discrimina a las mujeres, no se respetan los derechos humanos, se persigue al colectivo LGTBI (las relaciones sexuales consentidas entre hombres mayores de 16 años están penadas con hasta siete años de cárcel) y se censura la libertad de prensa. Donde se ha matado a miles de extranjeros tratados como esclavos para levantar una villa olímpica forrada de oro y petrodólares. Vulneraciones que por cierto la FIFA ha preferido mirar hacia otro lado porque, total, los jeques pagan...Y que las mujeres no vayan al fútbol es la anécdota. En Qatar ellas deben obtener el permiso de sus tutores masculinos (miembros masculinos de la familia, es decir, padres, hermanos, tíos...) para casarse, estudiar en el extranjero con becas del gobierno, trabajar en muchos empleos públicos, viajar al extranjero hasta ciertas edades y recibir determinados cuidados de salud reproductiva, tal y como atestigua Human Rights Watch. El código penal de Qatar penaliza todas las formas de sexo fuera del matrimonio, con penas de hasta siete años de prisión. Si son musulmanas, también pueden ser condenadas a latigazos o a lapidación. Los hombres en cambio pueden estar casados hasta con cuatro mujeres al mismo tiempo sin necesidad del permiso de un tutor, ni siquiera el de su esposa o sus esposas actuales. Y dentro del matrimonio el hombre puede “disciplinar” a su mujer mediante la fuerza. Vergonzoso. La violencia contra las mujeres no es que no sea delito es que incluso se divulga. La Sexta publicaba ayer el tutorial de un sociólogo qatarí sobre cómo golpear a una mujer “sin dejar moratones ni sangre”. En este Mundial me pondré un velo bien cubierto, para no verlo.