En verano Osasuna quiso fichar a Samu Castillejo. No era una fake alentada por el interés de un representante codicioso; el centrocampista ponía fin a un ciclo de cuatro años en el Milan y Braulio Vázquez comenzó a negociar las opciones de traerlo a Pamplona. Ganaba una cantidad importante en Italia pero había que compensarlo ofreciéndole un proyecto consolidado y en fase de crecimiento. La dirección deportiva, como ya ha explicado, buscaba un futbolista que permitiera dar un salto de calidad, mejorar el juego con el balón. Castillejo, al final, se decantó por el Valencia: no había mucho que discutir, puso más dinero en el contrato y cerró la operación. El centrocampista no vino, pero abrió la puerta a Moi Gómez, un futbolista de 28 años con largo recorrido en Primera división y tres últimos años muy intensos en el Villarreal. Osasuna no fichaba un complemento sino una referencia; no venía a ayudar sino a liderar. Y así ha sido desde los primeros partidos, en los que también exhibió llegada y disparo a gol, aunque el balón parecía estar imantado por los postes. Por todo ello, no es extraño que después de 17 jornadas, Moi Gómez sea el jugador de la plantilla que más minutos ha intervenido. Menos habitual venía siendo, quizá por la propia dinámica del equipo, que desplegara un juego tan invasivo como el de ayer. El alicantino aparecía por todas las zonas del campo; por momentos, parecía que el balón fuera de su propiedad. Porque, esa es otra, cuando Moi conduce el esférico parece imposible que alguien se lo arrebate. Lo recoge, avanza, para, se gira y vuelta a empezar. Con su talento y dinamismo comenzó a gestarse la victoria de Osasuna ante un Mallorca que en el primer acto parecía inabordable por las alas y hermético en el centro de la defensa. Así que sin tiempo a que el cuadro visitante volviera a tomar posición tras el descanso, Moi atrapó el balón, se lo entregó a Abde y con su movimiento vertical le indicó la dirección del pase; el extremo, que había estado atrapado 45 minutos en una esquina del campo, vio el horizonte despejado, renunció por una vez al regate, le puso remite y destino a la pelota, que saludo de nuevo a Moi; este dio unos pasos con ella como un corto baile y la entregó a Aimar, quien también trata a la pelota con cariño, aunque esta vez la reventara contra la red de un zurdazo para ganar el partido.

Aunque va a ser una mochila con la que tiene que cargar, Moi Gómez asume el peso del salto de calidad. Es un jugador diferencial, que pone talento a un organismo sobrado de músculo e intensidad. Pero no está solo; Aimar Oroz sigue creciendo muy rápido y adaptándose a todos los roles. Esto va a generar un problema: solo hay un balón y Moi y Aimar lo quieren siempre. Bendito contratiempo para un equipo que tiene alternativas para su clásico juego directo y variantes asociativas al chaparrón de balones colgados al área. Un Osasuna con toque de calidad pero que necesita también de tipos contundentes como Torró, que sostiene la estructura del medio campo y apaga incendios en la defensa.

No sé qué sería de Osasuna con Samu Castillejo y si este hubiera dado mejores prestaciones que Moi. Sí espero, con expectación, ver que traerá Braulio para dar el siguiente paso adelante la próxima temporada.