Cambio de titular

La noticia tenía que haber sido que, en la mañana de un jueves laborable, miles de personas salieron a las calles de Barcelona para protestar por la celebración en la ciudad de una cumbre hispanofrancesa. Sin embargo, los escorpiones incapaces de ceder a la tentación de comerse a la rana que los pasa el río consiguieron que los titulares gordos hablaran de otra cosa: el líder de la primera fuerza soberanista de Catalunya tuvo que abandonar la manifestación ante el acoso inmisericorde de sus teóricos aliados en la causa de la creación de una república catalana. Una vez más, cuerpo a tierra, que vienen los nuestros. Nada que no se hubiera visto antes, por ejemplo, con Gabriel Rufián, que ha tenido que salir a escape varias veces de saraos similares ante la inquina de sus presuntos compañeros de objetivo político. La diferencia nada pequeña es que, mientras el ya candidato a alcalde Santa Coloma ha tenido una vida culiparlante bastante llevadera, Oriol Junqueras se comió tres años y medio en la trena.

Le desean ir a prisión

Pues ni por esas. Al contrario. Los odiadores del líder de ERC, no se conformaron con llamarle botifler o clamar que el auténtico president de Catalunya es Carles Puigdemont, aquel que se las piró escondido en el maletero de un coche y lleva cinco años viviendo a cuerpo de marajá en Bruselas. Qué va. Con un desparpajo que los retrata como seres humanos y como independentistas, berreaban “¡Junqueras, traidor te queremos en prisión!”. Los registros audiovisuales dejan bien a las claras que no se trató del grito aislado de un majadero. La consignilla se coreó a todo trapo con los ojos fuera de las órbitas hasta que el aludido y sus acompañantes —algunos, con larguísima trayectoria de lucha soberanista, como Joan Tardá o Carme Forcadell, otra que se chupó una temporada a la sombra— decidieron irse de donde no se les quería.

S’ha acabat

El titular de la edición digital de La Vanguardia no podía ser más dolorosamente certero para quienes un día creyeron que la desconexión de España era posible: “El Gobierno ve confirmada su tesis de que el ‘procés’ ha acabado”. Como ilustración añadida a la de la claudicación de Junqueras, otras dos imágenes. En la primera, los presidentes de los estados español y francés, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, juntaban sus manos en un puño que simbolizaba la domesticación del territorio levantisco en el que habían decidido celebrar su festejo. En la otra, el president nominal de la colonia, Pere Aragonès, ejercía de convidado de piedra entre los gerifaltes de las metrópolis.