Más de 100 horas sepultadas y siguen apareciendo cuerpos vivos enterrados bajo los escombros de Siria y Turquía de forma milagrosa. Ya se ha sobrepasado el tiempo que una persona humana puede sobrevivir atrapado tras el terremoto sin agua (son unos 40 días sin comer y de tres a cinco días sin beber), pero los rescatistas no se rinden y pequeños ecos de esperanza siguen llegando cada día. Una madre y sus dos hijos, de 22 y 24 años, eran rescatados ayer en Jableh. En Nurdagui, enTurquía, a dos hermanos, también a la madre, que había puesto sobre aviso a los equipos de rescate. Y una se pregunta la capacidad que tiene el ser humano de resistir ya no sólo sin agua o alimento sino poniendo a prueba su propia fortaleza psíquica, respirando únicamente esperanza. Resulta inevitable ponerse en su lugar para darse cuenta de que hay personas cuyas vidas -que no las viviendas que habitan- son mucho más resilientes. Hechas de otra pasta, expuestas a otras situaciones límites como ocurre con los refugiados sirios desplazados por la guerra civil. Despertarse cada día con un contador de muertos resulta desmoralizante pero comprobar que hay la misma cantidad de personas s (más de 21.000) en tareas de rescate y auxilio, como Roberto Rubio de SAR Navarra, junto a las olas de solidaridad, nos devuelven la fe en el ser humano. Esta mañana hay una cita con Zaporeak para entregar alimentos en Matesa (Rotxa) para los refugiados afectados por los terremotos en Turquía y Siria. Recuerden, conservas de pescado, legumbres sin cerdo, pasta, arroz y leche. Aunque tuviéramos que dejar de comer un día...