El año de guerra transcurrido desde la invasión rusa de Ucrania está dejando, además de los más de 240.00 personas muertas por ambos bandos –de ellos más de 8.000 civiles– y la destrucción total o parcial de edificios e infraestructuras, una crisis humanitaria sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) calcula que al menos ocho millones de ucranianos han tenido que huir de su país debido a los constantes ataques rusos y se han registrado e instalado en diferentes zonas a lo largo y ancho del continente. Unas 1.200 de estas personas (la mayoría de ellas mujeres, ya que los hombres de entre 18 y 65 están en el frente de batalla o realizando funciones directamente relacionadas con el conflicto bélico) han recalado en Navarra, donde han recibido la acogida y solidaridad de la sociedad vasca en su conjunto. Familias, instituciones y ONG han trabajado de manera conjunta, bajo la coordinación de las autoridades para ofrecer una respuesta ejemplar al reto que ha supuesto –y seguirá suponiendo, dada la realidad de una cruel guerra que posiblemente se alargará aún más en el tiempo– las múltiples derivadas de la acogida de un número importante de refugiados. Navarra ha demostrado sobradamente la capacidad solidaria de sus instituciones y su ciudadanía y la voluntad política y ética de ofrecer acogida. La respuesta que hay que ofrecer a las personas refugiadas es múltiple y compleja: vivienda, protección internacional, acompañamiento, salud, educación, ayudas económicas, información y orientación laboral... Y es obligado reconocer este ejercicio de solidaridad fruto del trabajo en común de Navarra, siempre una tierra de acogida. Las cifras corroboran esta idea y reflejan el éxito del modelo. 1.636 personas originarias de Ucrania han solicitado acogida desde el inicio de la invasión rusa, aunque una cuarta parte habrían regresado ya a su país o se habrían desplazado a otra comunidad. Un tercio de los casi 1.200 ucranianos empadronados en municipios navarros son niños y niñas, de ellos 265 escolarizados. Otros 367 adultos han comenzado algún tipo de enseñanza, especialmente castellano. 220 personas se han incorporado al mercado laboral. Aunque seguro que hay cosas por mejorar está claro que la solidaridad Navarra con los refugiados ucranianos es una realidad ejemplar.