Cuentan crónicas solventes que el PSOE ha contratado al consultor de comunicación Aleix Sanmartín para que se integre en su equipo de campaña como asesor externo. Estamos en un año en el que hay municipales y autonómicas a la vuelta de doce semanas, y generales muy probablemente el 3 de diciembre. No veremos otra cosa que pugna y pose, fragor y bronca, porque se dilucida casi todo el poder político español en los próximos nueve meses. El tal Sanmartín coordinará el mensaje de los socialistas para ambas contiendas. Es un personaje digno de tener en cuenta. Cordobés, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, bragado en México, se le considera el mayor especialista del mundo en lo que se denomina el marketing negativo. Se trata de una controvertida táctica de comunicación que consiste esencialmente en conseguir que el rival se desmovilice. Para ello se usan mensajes con contenidos que se refieren al oponente y se dirigen a sus bases sociológicas. Lo que se hace es distribuir noticias e impactos críticos, especialmente en redes sociales, que simulan pertenecer a simpatizantes de los otros partidos. El propósito es generar dudas sobre el respaldo que suscitan entre los suyos, que sean los más partidarios los que tomen distancias, inoculando desafección, traducible en que algunos dejarán de votar. No se trata de convencer empleando eso que tan enfáticamente se denomina “la política propositiva”, sino en destruir los cimientos del contrario. A Sanmartín se le atribuye una soldada de 600.000 euros por su trabajo de estos meses, más un bono según los resultados que obtenga el PSOE. Lo llamativo es que se lo han rifado varios partidos. De hecho, ha trabajado también para el PP en Andalucía, y años atrás para Zapatero. Los que le conocen profesionalmente dicen que es un “experto en guerra sucia”, y que “su especialidad son las redes sociales. Se dedica a crear perfiles falsos y a intoxicar. Es un killer”. Cuentan que unas semanas antes de las elecciones de noviembre de 2019 apareció una misteriosa campaña de carteles en las calles de varias ciudades, páginas web y redes sociales, conminando a los votantes del PSOE y de UP a abstenerse. Se distribuyeron mensajes como “Yo no voto” o “10-N, no contéis conmigo” junto a imágenes de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Algunos creyeron que los autores eran los de Más País. Después se descubrió que el responsable directo era un trabajador de la consultora de Sanmartín, aunque este alegó que su empleado había actuado por su cuenta y sin su conocimiento ni permiso. Esto del marketing negativo es, dígase con propiedad, la contrademocracia, una estrategia antisistema. No se trata de que el ciudadano pueda elegir libérrimamente a la vista de las propuestas que se le hagan, sino en manipularle para que desconfíe de todos, empezando por los que tiene más cerca en su sentir ideológico, cultural o social. Consiste en preferir abstención a participación, recelo a esperanza, enclaustramiento a integración política. Es el epítome de la política hecha páramo. Lo preocupante es que vemos que Sanmartín, en efecto, se está ganando el sueldo que le paga el PSOE, y su presencia explica muchas de las cosas que están pasando últimamente. En las sesiones de control al Gobierno de esta semana se le ha preguntado a Sánchez por su opinión sobre la controvertida ley trans. Su respuesta ha sido decirle a Feijóo que los que le rodean le podrían clavar un puñal en la espalda. Es derecho de la oposición preguntar, y debiera ser obligación del Gobierno responder. Pero lo que dispensa el presidente es la actitud del macarra, desasistido de vergüenza mínima como para entender que su responsabilidad institucional es mayor en el hemiciclo que paseándose por Kiev. La entrevista de Olona por Évole también agradó a Sanmartín, si no fue él quien la instigó. Sirvió para que los afines a Vox vieran cuán ridículo era tenerla hace un año en un altar, convertida ahora en el chiste que antes se revestía de aguerrida actitud a la vera de Abascal. En el panorama también tenemos a Cerdán haciendo de secretario de Sanmartín, al frente de una oficina montada por el PSOE que tiene el cometido de “cazar los bulos de la derecha”. El paisano es conocido por la fineza de sus análisis y por actuar siempre con criterio propio, sin propalar nunca consignas propias de una secta. Precisamente por eso está plenamente capacitado para contarnos que cosas debemos creer y cuáles no. La degeneración política, igual que la gangrena, alcanza todo lo que toca y se transmite por contigüidad. No veremos manifestaciones en las calles pidiendo algo más de salubridad.