Menuda trama

Ahora que Netflix se ha subido a la parra con los precios y las condiciones de la suscripción, les recomiendo que sigan en los medios de comunicación en abierto la serie de corruptelas politiqueras bautizada como ‘Caso Mediador’. La trama, basada en hechos realísimos, es una mezcla de lo más granado del género marrón como Baron Noir, Borgen o House of Cards con el Torrente más carpetovetónico y cañí. Como personajes principales, en la cúspide de la organización trapichera que se forra vendiendo favores nos encontramos con el condecoradísimo general de división de la Guardia Civil Francisco Espinosa Navas y el hasta hace unos días diputado del PSOE por Las Palmas Juan Bernardo Fuentes Curbelo, más conocido por su genial alias Tito Berni. En el escalón inmediatamente inferior aparecen un fulano llamado Taishet Fuentes, sobrino del anterior y alto cargo del gobierno socialista canario, y otro que atiende por Antonio Navarro Tacoronte, más conocido por su apodo, El mediador, que es quien da nombre al pufo.

Lo de siempre

La mecánica del trile es la de toda la vida. Unos empresarios —en este caso, del sector primario de las islas— con ganas de pillar contratos eran hábilmente pastoreados por los arriba citados y soltaban el parné a cambio de esta o aquella regalía. Parece que también, a veces, el pastizal se quedaba sin recompensa. Los presuntos estafadores eran lo suficientemente vivos como para enredar a los pardillos, obnubilarlos con un paseo por el Congreso de los Diputados o, se lo juro, una visita a la Dirección General de la Guardia Civil, sacarles los cuartos y, finalmente, dejarlos compuestos y sin la concesión prometida. A ver quién era el guapo que se iba al juzgado a denunciarlos después de haber ejercido como corruptores fracasados.

No lo conocen

En esta fase de la instrucción, se desconoce el número total de empresarios que aflojaron la mosca con o sin contrapartida. Sí ha quedado acreditado que la mayor parte de los bisnes se cerraban en locales de alterne, sin escatimar en gastos de prostitutas, licores espirituosos y sustancias estupefacientes, mayormente de ingesta por vía nasal. Hay un buen puñado de fotografías que lo atestiguan —también hay que ser parvo y ególatra para dejarse retratar en esas situaciones—, aunque lo más divertido es que el tal Tito Berni asegura no reconocerse ni en el mote ni en las imágenes. Excusa a la altura de la de los diputados del PSOE que han compartido bancada con él durante más de tres años y hoy es el día que aseguran no conocerlo de nada.