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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Una gitana loca de las que no se equivoca nunca

Una gitana loca de las que no se equivoca nuncaFOTO: BERGASA

Por estas cosas que de vez en cuando te trae la salud he estado unos ratos de estos días pasados acompañado por palomitas y centrado en las series que relatan cada día, como si fueran capítulos de televisión, el devenir de esta precampaña que avanza hacia el 28 de mayo. Me aboné con cierto entusiasmo a la trama que auguraba la ruptura de las derechas en Navarra. Me parecía más interesante ese guión por lo que iba adelantando desde semanas atrás la promoción de lo que prometía políticamente ese rancio sainete que las ya conocidas y reiteradas andanzas de otra de las series de moda desde hace años en la política española, esa que, parafraseando una de las frases más famosas de toda la producción dramática de William Shakespeare en su obra Hamlet, ofrece cada semana bajo el título apañado al presente de Algo huele a muerto en Madrid, una dosis de la capacidad de decadencia y destrucción del juego de poderes que se libra en una batalla permanente en ese lugar perdido conocido como Madridcentrismo. Me equivoqué.

La ruptura de Navarra Suma hizo saltar por los aires a las siglas de las derechas y ahora hasta cuatro –UPN, PP, Ciudadanos y Vox–, optar a pillar algún hueco en el Parlamento de Navarra, pero el desarrollo de la trama no ha desvelado nada que no fuera ya conocido. UPN y PP han sido siempre un matrimonio de conveniencia mal avenido que se aguantaba mutuamente sin cariño alguno únicamente por asegurarse el reparto de poltronas y otras cuotas de protagonismo y algo de las migas de los poderes reales de Navarra. Perdidas unas y otro, y con una histórica falta de ideas y propuestas nuevas para la sociedad navarra de este siglo XXI, no quedó nada y el distanciamiento y la pelea por el reparto del espacio que hasta ahora compartían en esa sopa de siglas ha acabado en una ensalada de descalificaciones, insultos y acusaciones mutuas de un infantilismo político de lo más cutre. Más hostias que a un bombo por fiestas, pero poco más. Bueno, solo que los capítulos emitidos de la serie a estas alturas ya apuntan a que están lejos aún de los aledaños siquiera del Gobierno de Navarra una Legislatura más.

Quizá me equivoque, pero no creo que ese guión dé para giros inesperados. Los guionistas parece estar a estas alturas de la serie tan aburridos con lo poco que ofrece su contenido como yo con las palomitas. Eso sí, otra cosa es la serie sobre los entresijos de la miseria política madrileña. El capítulo que narra los hechos de la impresentable juerga protocolaria que le organizó Ayuso al ministro Bolaños en los actos de la festividad de la Comunidad de Madrid, con la también ministra Robles dando otra vez su rídicula nota particular y Feijóo como convidado de piedra, está a otra altura de la herrumbre televisiva. Aunque la verdad es que ya me he quitado de las palomitas y he vuelto a esto de juntar letras de vez en cuando mientras centro mi tiempo en imaginar cómo será la vuelta de la Copa desde Sevilla a Iruña como le anunciaron las cartas a una gitana loca. De esas que no se equivocan nunca.