Hace 5 grados a las 5 de la tarde y es la primera semana de mayo. Mañana nevará pero aún no lo sé. Veré caer copos sobre las aceras adoquinadas de Helsinki mientras los rayos de un sol blanco los atraviesan. He desayunado arenque con salsa de miel y mostaza, huevos revueltos, un yogur de arándanos, una pasta sólida de color verde musgo. El plato parecía un óleo. Y un café, Finlandia es el mayor consumidor del mundo. El bufé del desayuno es pantagruélico y descubro al salir del hotel que esa dimensión aquí es la medida natural de las cosas, se replica en todo lo que encuentras en la calle. Helsinki es lo opuesto a Liliput, a la almendra medieval de Gasteiz o a Elantxobe. Una extensa llanura urbana donde se aplica la escala arquitectónica del socialismo ruso, la misma que en la mitad de Berlín, pero también tiene algo de Budapest y de Praga, de Centroeuropa. Los edificios son enormes, moles contundentes de ladrillo granate con aristas redondeadas, acero negro y aire industrial diseñadas por Alvar Aalto, catedrales que recuerdan al Capitolio, cubos y torres de metal y cristal con inmensos halls interiores. Un viento invernal recorre sin prisa las avenidas más anchas que he recorrido nunca. Pienso al cruzar una de ellas que mi casa cabría en el paso de cebra. Este escenario te convierte en hormiga. He venido en un viaje de trabajo, 3.560 km., tres días, un país pequeño con 5 millones y medio de personas, mucho salmón, una lengua críptica incluso para sus vecinos nórdicos, suecos, noruegos y daneses que sí se entienden entre ellos pero que no consiguen descifrar el finés. Bosques impenetrables aún grises y al norte la soledad de las llanuras nevadas de Laponia extendidas como una sábana interminable donde rodar secuencias de nordic noir. Entiendes muy bien que la literatura, el cine y las series producidas aquí exploten el género negro. Finlanda ha sido calificado en cinco ocasiones como el país más feliz del mundo. Calma, estabilidad y seguridad. Esa es su traducción de felicidad. En los baños del aeropuerto un hilo ambiental con trinos de pájaros te despide cuanto te vas.