Arrancó la campaña electoral y la verdad es que si entre todos y todas logran sacar a los votantes de sus casas el domingo 28 bastante habrán hecho ya. Yo iré a votar, sí. Por mucho que sea un sistema de partidos que puede estar perfectamente podrido en muchos aspectos, sigo creyendo que es el que tenemos y que con todas sus miserias, servidumbres y excesos también es capaz de llevar adelante políticas positivas para la sociedad en la que vivimos. Los políticos no son todos iguales. Esa es una frase tan incierta como peligrosa. Serán iguales cuando anteponen lo suyo a lo común, cuando son corruptos, cuando mienten, pero las políticas que desarrollan no son las mismas. España no era el mismo país sin la última reforma laboral y ahora con la reforma. No tiene nada que ver que un partido de izquierda gobierne a que lo haga uno de la derecha. Hay matices en que lo haga uno nacionalista de izquierda que uno no nacionalista de izquierda. No es igual que haya un acuerdo entre 4 o 5 que que lo haya entre 2. Por supuesto, el desencanto de cada cual es sagrado y por supuesto que cada cual haga lo que le venga en gana, pero tengo para mi que votar, lejos de convertirme en un borrego adocenado que coopera con el latrocinio, me acerca más a quienes quieren realmente que la sociedad en la que vivo sea, con todos sus defectos y abusos, mejor. Los avances que se han dado en material social en los últimos 8 años son notables, pero quedan muchos aun por limar, mejorar e introducir, de la misma manera que hay que seguir fortaleciendo la sanidad y la educación públicas y valorando la diversidad de Navarra tal y como es, no tal y como a cada cual le gustaría que fuera. Como hace más de 30 años tengo claro mi voto y eso votaré, pero ánimo a quienes no lo tengan claro en este periodo de tanto mensaje, programa y caras sonrientes. Hay diferencias. Voten o no, denle una vuelta sosegada.