Titular errado

Llevo escritas como quince notas necrológicas sobre Ciudadanos, así que me van a permitir una pequeña maldad. En la noticia de las últimas horas estamos errando en el titular. No deberíamos decir “Inés Arrimadas abandona la política” sino “La política abandona a Inés Arrimadas”. De hecho, vamos tarde. No la abandonó ayer. Hace ya unos cuantos meses, incluso años, que quedó claro que el chiringuito naranja había entrado en barrena sin la menor posibilidad de recuperación. Pero en lugar de evitarse y evitarnos la exhibición impúdica de su purulenta degeneración, la mayoría de sus dirigentes, empezando por la lideresa ahora en fuga, se apresuraron a atornillarse a su correspondiente mamandurria, resueltos a aguantar hasta que no quedara una gota de oxígeno. O sea, un chavo en la caja. Los de nariz más fina, que no los de principios más firmes, corrieron a buscar refugio bajo el ala del charrán que sí paga traidores, y algunos de ellos han conseguido hasta algún que otro galón.

Se acabó el momio

Así, ha sido digno de ver a uno de estos Judas de ocasión, de nombre Fran Hervías, cagarse desde su puestecillo en el PP en la puñetera calavera de sus antiguos compañeros que decidieron presentarse a las elecciones del domingo. Según sus cuentas de la lechera, los 300.000 votos que obtuvieron las candidaturas del color de la bombona de butano habrían afianzado el poder azul. Al otro extremo del festejo, también ha destacado el resentido hasta lo procaz Edmundo Bal llamando traidores y cobardes a sus (todavía) conmilitones que, a la vista del tétrico panorama, anunciaron que tiraban la toalla y que ni jartos de pacharán se presentarían a las elecciones por sorpresa del 23 de julio. No por principios, que eso sería loable, sino ante la evidencia de que no renovarían su sueldazo público ni por mediación de todo el santoral. De este momio ya no hay más que rascar.

Lista de espera

Ahí es donde nos encontramos con las lecciones que menciono en el titular de esta pieza. La primera es que los principios proclamados con aspavientos no son más que el envoltorio de un indecoroso afán de chupar de la piragua. Y cuando esa piragua se va a pique, todas las ratas pelean por saltar y dejan a la vista su condición de pésimos seres humanos, lanzándose a la yugular de los mismos con los que, en las épocas felices, compartían selfis sonrientes. Por fortuna, es amplísimo el registro de explosivas formaciones políticas difuntas sin cumplir la mayoría de edad. Estoy por apostar que Ciudadanos no va a ser la última. Hay alguna más en la lista de espera de la morgue.