Una escribe sobre cosas de aquí cerca hasta que una noticia consigue revolverte y te llena de admiración. Escuchar que han sido hallados con vida los cuatro niños perdidos durante 40 días en la selva colombiana es una de esas buenas nuevas. Deshidratados y llenos de picaduras, los chiquillos de 13, 9 y 4 años y el bebé de uno presentaban un buen estado de salud después de sortear jaguares, serpientes y plantas venenosas. Sobrevivieron al accidente aéreo en el que falleció su madre y echaron a andar por una zona frondosa, oscura y lluviosa, según las crónicas, en compañía de un perro que encontraron por el camino.

Todo es increíble y maravilloso en esta historia. Pura esperanza que tres críos cuidaran de su hermanito de meses y lograran su supervivencia y un orgullo para los pueblos nativos la explicación que respalda este milagro: el hecho de que los chavales formen parte de la comunidad uitoto ha aumentado sus posibilidades de vivir porque los críos mayores, acostumbrados a adentrarse en la selva, supieron moverse en tan hostil entorno, reconocer plantas y alimentarse de ellas. Dicen que unas 200 personas no han parado hasta dar con los desaparecidos, que no perdieron la esperanza de encontrarlos. Cómo no, si hablamos de los mejores y más fuertes: niños e indígenas.