Pocas sensaciones hay en la vida tan intensas como disfrutar de la marea humana moviéndose entre el cinturón acorazado que envuelve a los txistularis y gaiteros desde la Plaza del Ayuntamiento hasta la Plaza del Castillo tras el cohete. Y ver en ella retratada la inmensa vagina o el corazón de la ciudad. Sus vísceras, sus ganas. Todos los músicos uniformados, tocando sus instrumentos y avanzando despacio mientras esa banda de salvajes -marea rosa- en la que nos convertimos todas y todos este 6 de julio se mueve a su paso como ratones de Hamelín bajo hipnosis.

No hay realidad virtual comparable a escuchar Si no tienes un duro no te hace caso nadie con las ganas con las que lo hicieron ayer nuestros jóvenes en la plaza consistorial. O Que pedo tienes Calatayud y resto del popurrí festivo. Las mismas ganas con las que vociferaron Alé Osasuna Alé, Alé y supieron colar en mitad de la plaza una pancarta gigante en la que se podía leer un rotundo “UEFA Mafia”. La misma rebeldía con las que pidieron desde los balcones justicia para los débiles. Y estoy segura que estos mismos jóvenes serán capaces de clamar por otras injusticias cuando llegue el momento. Sabiendo que la campaña electoral ha comenzado.