Fecha histórica del urbanismo pamplonés: 5 de junio de 2024. Veinte años de la inauguración del aparcamiento subterráneo de la Plaza del Castillo. La alcaldesa Ibarrola debería preparar una oportuna conmemoración del destrozo en superficie y expolio en el subsuelo perpetrados por su antecesora y correligionaria Yolanda Barcina. Si vino a la misa de coheteros, no faltará a repicar en tan glorioso aniversario. Enrique Maya era director de Urbanismo. Quizá al pasarle la vara de mando le transfirió también aquella encadenada forma de gobernar a golpe de vara. Las dos frondosas hileras de árboles que perimetraban la parte central de la plaza y los ejemplares más cercanos al kiosko fueron talados de madrugada el 23 de julio de 2001. Así empezó todo después de que los votos de UPN (12), PSN (4) y CDN (3) aprobaran la obra en pleno del Ayuntamiento. La complicidad de Gobierno (Sanz), Institución Príncipe de Viana (Corpas) y Delegación del Gobierno (Iribas) obligó a la multiplicación de esfuerzos por parte de colectivos ciudadanos contrarios al proyecto. El Tribunal Superior (TSJN) aprobó una consulta popular. Participaron 19.639 ciudadanos, con 18.462 noes. Papel mojado para Barcina y asociados. Un juez encargó un informe pericial a la Sociedad Aranzadi. Conclusión: expolio arqueológico. El director foral de Arqueología dimitió y arqueólogos de la empresa contratada por la constructora se opusieron al desmontaje de las termas romanas. Estas y un cementerio musulmán de los siglos VIII y IX fueron parte relevante de un envidiado conjunto prehistórico, potencial museo con impacto turístico. Queda el recuerdo de trozos de muralla en las paredes del almacén de coches. Arriba, granito en lugar de mosaicos y un desolado urbano. Cuando Ibarrola clausure los fastos de ese vigésimo aniversario, pasarán los Sanfermines y agosto traerá otro hito para el Casco Viejo: los 20 años del derribo del frontón Euskal Jai (San Agustín). Hala, ¡a preparar!