La convulsa situación internacional y sus consecuencias más inhumanas, ahora el bombardeo diario de civiles inocentes en Gaza, ocupan el interés máximo ahora de los medios y eso deja en segundo o cuarto lado otras cuestiones de trascendencia. Le viene bien eso a la habitual lista de corruptos, delincuentes y trileros que siguen desfilando por tribunales. Otra semana en que casos como Gürtel, Púnica, Kitchentodos implican altos dirigentes de los anteriores gobiernos del PP en la época de Rajoy–, o el espionaje del CNI con el sistema Pegasus siguen teniendo actividad y consecuencias judiciales.

Los protagonistas siguen siendo los mismos. El ex ministro Fernández Díaz, el del ángel Marcelo que decía le aparcaba el coche, y su cúpula de Interior en el Gobierno del PP han sido imputados. De momento, la entonces secretaria general del PP, Dolores de Cospedal se está salvando pese a su presencia permanente en los audios de Villarejo que le implican directamente en varias de las ramas de este proceso, pero hasta ahora el juez García Castelló se ha encargado de ir sacándola, al igual que a Rajoy y al PP, de un sumario tras otro. De hecho, el número 2 de Interior con Fernández Díaz, imputado también, defiende que el PP debía haber sido imputado en Kitchen y exige ahora que sea el partido sea juzgado como responsable civil.

El caso Kitchen enlaza con la Operación Catalunya contra dirigentes catalanistas como Pujol, Trías o Artur Más, entre otros, un burdo montaje de la policía política que organizó Fernández Díaz, un núcleo bananero sin control judicial, pero financiado con fondos públicos, para, en este caso, organizar pruebas falsas, testigos comprados y medios y jueces dispuestos a seguir el juego que dañaran la reputación personal y familiar de personas, entidades e instituciones de Catalunya. La misma Operación Catalunya por la que también ha sido imputada esta misma semana la ex directora del Centro de Inteligencia Nacional (CNI), Pilar Esteban, por su implicación en el caso Pegasus de espionaje cibernético president de Catalunya, Pere Aragonés. Otra trama de espionaje ilegal que implicó además de decenas de políticos catalanistas, a la ex consejera de Interior del Gobierno de Navarra, María José Beaumont, al diputado de EH Bildu Iñarritu o a Otegi. El mundo del espionaje español es ya una mezcla de maniobras tenebrosas desde las profundidades oscuras y de chapuzas propias de ineptos profesionales.

No vale engañarse. Lo importante es lo primero y no es nuevo. Son las mismas cloacas de Interior de siempre. Una suma de tropelías de espionajes y chantajes para desprestigiar a adversarios políticos y reconvertir la disidencia democrática en delincuencia. El intolerante Fernández Díaz y el abuso de poder del CNI son síntomas de la situación de gravedad de esa España enferma en la que ni la mentira, ni la corrupción tienen coste alguno. Quizá Kitchen o Pegasus puedan parecer una operación de botijo y pandereta, pero son de una gravedad extrema porque implican a los aparatos de seguridad del Estado, se saltan las leyes, asaltan la privacidad de los ciudadanos amparada por la ley y los derechos fundamentales, se cargan la separación de poderes y socavan los cimientos de la credibilidad democrática. Al menos, que no pase desapercibido y no se olvide.