Ya sabemos para qué va a servir de forma inminente la inteligencia artificial y toda la tecnología puntera que existe: para experimentar en las guerras. No se preocupen que para curar cánceres y otras enfermedades habrá que esperar. A la espera de que se produzca la incursión terrestre sobre Gaza ya se han filtrado algunos de los robots y drones con Inteligencia Artificial que apoyarán a las operaciones terroristas del Ejército israelí. Aparatos capaces de subir escaleras, abrir puertas, sortear obstáculos, indentificar a presuntos terroristas a distancia (e incluso neutralizarlos), despejar minas, explosivos o alambradas.
Israel mantiene sus bombardeos mientras Gaza espera la ayuda humanitaria
Se ve que los van a necesitar para transitar por el llamado metro de Gaza, la red de túneles de Hamas, búnkers sofisticados a los que tienen acceso las milicias para preparar ataques, transportar materiales y a modo de refugio. Muchos puntos de acceso a los túneles se esconden entre escuelas, mezquitas, hospitales y otros edificios civiles, alcantarillas donde los sistemas GPS y visión nocturna no funcionan. Soldados que no se identifican, que se camuflan entre la población civil, dispuestos a todo contra un Ejército bien pertrechado y que puede resultar una guerra de guerrillas de un desgaste incalculable. Tan absurdo como lo es el gasto de la guerra. Cada día de la agresión contra la Franja de Gaza antes del ataque de Hamás ya costaba más de 54 millones de dólares para el régimen de Israel. Y cada misil disparado desde los sistemas Cúpula de Hierro le cuesta al régimen 50.000 dólares. Moderna tecnología para matar a gente gazatí que vive con menos de un dólar al día: daños colaterales.