Se cumplen 101 días de violencia bélica en Gaza y nada indica que la matanza de palestinos vaya a finalizar pronto. Ni tampoco que esos 100 días de matanzas intensas haya servido para liberar a los rehenes en manos de Hamas, ni para detener o acabar con sus principales líderes. En ese tiempo, han sido asesinados más de 1.300 israelíes en los ataques de Hamas y más de 24.100 palestinos, la gran mayoría víctimas civiles inocentes, en la Franja –10.000 de ellos niños y niñas–, por los bombardeos y ataques de respuesta del Ejército de Israel.
Médicos, enfermeras, periodistas, trabajadores de la ONU... son asesinados cada día, en muchos casos junto a sus familias en ataques dirigidos y planificados contra ellos. En el último informe de la ONU, el responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos denuncia, además, “el uso de los alimentos, el agua y el combustible como armas de guerra”, mientras la Organización Mundial de la Salud alerta de que “la población de Gaza vive en el infierno” por falta de acceso a servicios y suministros básicos y con Israel bloqueando sistemáticamente el trabajo de las agencias humanitarias.
Estos 101 días de guerra coinciden con la presentación ante la Corte Internacional de Justicia, el principal órgano judicial de la ONU, de una denuncia de Sudáfrica, apoyada por otros países, pero sin el respaldo de ninguno de la UE, contra Israel por genocidio. Independientemente de las recomendaciones que dicte la Corte para este caso o de las dificultades jurídicas que pueda implicar demostrar un posible delito de genocidio, la actuación política y militar de Israel en Gaza y Cisjordania es una masacre humana planificada, aireada y televisada. No es una guerra al uso, sino una agresión militar desproporcionada contra una población civil atrapada, asediada y obligada a esperar la muerte a la intemperie sin posibilidad alguna de defensa.
No por llamarle crímenes de lesa humanidad, masacre o matanza en lugar de genocidio los hechos que están viviéndose en tierras palestinas son menos inhumanos e ilegales. Israel no puede ya evitar que las imágenes de las masacres continuas y del asesinato diario de niños y niñas recorran el mundo ante los ojos de la opinión pública global. Tampoco puede impedir ya que se hayan publicado pruebas irrefutables de la violación sistemática de la legalidad internacional y del derecho humanitario por parte del Ejército de Israel o de grupos de colonos armados. ¿De verdad nadie puede detener esa decadencia moral y esta humillación de los valores democráticos y de los derechos humanos o todos vamos a pasar a la historia como cómplices?.
Todo conflicto se puede explicar de mil maneras y todos tienen causas de justificación suficientes para las partes implicadas, pero lo que esta pasando estos últimos 101 días en Gaza si no es un genocidio televisado y transmitido por los propios protagonistas se le parece todo. Son hechos que no pueden continuar, que no se pueden dejar impunes y que no prescriben en la historia. Dejarlo pasar y devaluar su gravedad con eufemismos terminológicos hará que los instrumentos legales y democráticos de protección de los humanos como especie queden definitivamente fuera de uso y la consecuencia final será, cuando no haya remedio y la dimensión del desastre sea inocultable, que este mundo se arrepentirá en poco tiempo de su cobardía e inacción. Ya ocurrió antes.