Leo en un medio nacional que la cesta de la compra ha subido un 19% desde enero de 2023, algo que perfectamente puede ser así si cada cual más o menos calculamos lo que gastamos cada mes en las compras habituales. Al mismo tiempo, las hipotecas se han encarecido entre un 25% y un 50%, aunque luego las cosas éstas de la inflación nos digan que en 2023 creció apenas un 3,1%, que no sé muy bien de dónde se lo sacan. Los salarios, para la mayoría, no van a subir un 3,1%, cuando no están congelados desde hace años.

A la vez, leo que el Banco Santander ganó 11.076 millones más en 2023 que en 2022 (un +15%), el BBVA 8.019 millones (+26%), Caixabank 4.816 millones (+54%), Sabadell 1.332 millones (+55%) y Bankinter 845 millones (+51%). Y, no tengamos ninguna duda, cuando alguien pierde o paga de más alguien se está haciendo de oro con la miseria ajena. El caso es que cuando ves las cifras de los grandes bancos, sus espectaculares crecimientos en ingresos contemplas que el españolito de a pie con salario normalucho –si lo tiene– e hipoteca hermosa lo está pasando de a metro desde hace año y medio.

Y aquí no se topan hipotecas, ni se topa nada, puesto que meterle mano a esta gente es meterle mano al propio sistema, del que forman parte sustancial y primordial. Usted, por aquello de vaya a saber usted por qué, está pagando 150, 250, 300 o 400 euros más mensuales de hipoteca, está siendo llevado al límite más absoluto de sus ingresos, destinando a su vivienda porcentajes de su dinero que son claramente desaconsejables cuando te aconsejan comprar vivienda. Sabes que, por desgracia, está todo el mundo con hipoteca variable igual y que el mercado de la vivienda está subiendo como casi siempre hasta no sé se sabe dónde. Aquí falla algo, no sabes qué, no eres experto, pero tienes la certeza de que tu trabajo y tu esfuerzo se están yendo directamente a repartir dividendos.