Tengo que reconocer que no soy del grupo de mujeres que se haya sentido humillada, marginada ni ofendida por la canción de Nebulossa. Tampoco Zorra me empodera ni la erigiría en himno feminista para nada. Ni me quita el sueño. La veo un poco chiste la verdad. Me crujen e indignan más otras cosas como el hecho de que participe Israel en Eurovisión. Lo de menos es la baja calidad artística de Zorra, la propuesta musical que, entiendo, está triunfando principalmente por su letra, además de su pegadiza melodía. Un lema que pretende ser una provocación al patriarcado reapropiándose de uno de los términos tabúes con el que se ha denigrado durante años a las mujeres. Mujer no sometida a los roles convencionales igual a perra, zorra, puta, golfa, bruja, loba...Quién no entiende esta canción quizás no ha escuchado el icónico tema de Las Vulpes Me gusta ser una zorra, del grupo punk de los ochenta cuya emisión en RTVE se convirtió en un escándalazo nacional. Quizás algunas de las que las jalearon ahora critica Zorra.

Entiendo perfectamente que 40 años después el tema Zorra haya podido herir sensibilidades, que movimientos feministas en Madrid hayan solicitado retirar una canción que consideran les insulta de forma machista. Respeto mucho que víctimas de violencia de género recuerden que en más de 15.000 sentencias el término zorra es utilizado por los agresores en términos vejatorios.

Pero también comprendo el intento -desde un proyecto discográfico independiente y políticamente incorrecto- de quitar la carga simbólica que tiene un insulto tan machista para darle la vuelta. Del mismo modo que colectivos como el LGTBI que han vivido bajo la discriminación social han querido resignificar desde el estigma insultos como maricón y convertirlos en orgullo. Quizás por ellos se ha convertido Zorra en una canción fetiche para el activismo trans. La mirada sucia está en la sociedad patriarcal. También ocurrió con la población afroamericana cuando recuperó la palabra negro-negra para redignificarla.

Yo creo además que entendemos mejor la canción quienes hemos rebasado la barrera de los cincuenta y no tenemos pelos en la lengua. Mujeres de una generación madura diría, que hemos conocido la represión vivida por nuestras madres o abuelas, y hemos sido más conscientes de los cambios hacia la igualdad. Mujeres que hemos recibido o sido testigos de insultos de tipo perra, bollera, zorra... algunos más directos y otros más indirectos o sutiles que han llegado desde voces masculinas pero también femeninas (al hombre no se le juzgaba). Mujeres juzgadas por nuestra forma de actuar, de salir, de bailar o de disfrutar sin rendir cuentas a nadie en un sistema patriarcal con el que también, es cierto, hemos comulgado muchas veces cuando no jugado en ese rol de sumisión. Mujeres en todo caso con ganas de seguir disfrutando sin importar ya el qué dirán (antes acomplejadas). Por eso quizás me encantan las abuelillas del vídeo que se desmelenan ante la mirada horrorizada de sus maridos. Entiendo que María Bas quiera reivindicar la libertad sexual aludiendo a un pasado que ya no hace daño.