Por supuesto, en las altas instancias del PSOE nadie sabe nada de las acusaciones que han caído de golpe y porrazo sobre Koldo García, ex asesor de Ábalos cuando fue ministro de Fomento, tras una investigación de dos años de la Guardia Civil sobre sobornos y adjudicaciones irregulares. Le acusan de enriquecerse con las mascarillas en los peores momentos de la covid-19 y de amaño de contratos en Adif, además de un posterior delito de blanqueo de capitales con el dinero obtenido en las operaciones. De momento, el juez le ha dejado en libertad con medidas cautelares. Se verá el destino final de estas acusaciones, pero con el antecedente del hermano de Ayuso con el cobro de comisiones también por las mascarillas puede quedar todo igualmente en agua de borrajas en el procedimiento judicial como curiosamente ha sucedido la mayor parte de los casos de corrupción.

Se puede asumir que nadie de su entorno cercano en el PSOE y en el PSN, donde inició su carrera política por llamarla de alguna forma, estuviera al tanto de sus andanzas, pero nadie puede alegar desconocimiento sobre quién es el personaje y sus antecedentes poco presentables políticamente y edificantes socialmente. Nacido en Barakaldo, fue guarda de seguridad y escolta y se trasladó a Navarra antes de ser concejal del PSN en Huarte entre 2011 y 2015. De aquellos tiempos acumula dos condenas por agresiones con violencia. Una derivada de su actividad como guarda de seguridad de una empresa por propinar una brutal paliza a un vecino de Labiano en el marco de las protestas en el valle de Aranguren por la instalación del vertedero de Góngora. Fue condenado a más de dos años de cárcel, pero no llegó a ingresar en prisión porque se benefició de un indulto de Aznar. En tiempo de González y Aznar por lo que se ve los indultos eran una norma habitual y supongo que un indisimulado intercambio de favores. Posteriormente, en 2011 fue condenado de nuevo a pagar 900 euros de multa por agredir a un menor de 16 años en un bar. Así que las andanzas de Koldo García eran públicas.

Aún así, cuando Sánchez recupera el mando en Ferraz, Koldo García salta a Madrid como chófer y guardaespaldas de Ábalos, que es entonces el número 3 del PSOE como secretario de Organización. Y de ahí le acompaña, ya como asesor, al Ministerio de Fomento. Cuando Ábalos deja Fomento, aún por causas nunca bien aclaradas, se le recoloca en el consejo de administración de la empresa pública Mercancías Renfe hasta que la actual ministra se lo quita de encima. Desconozco a que se dedica ese consejo de administración, pero viendo el perfil de este personaje no puede ser nada que exija mucha cualificación profesional. Y en ese tiempo de poderío, su actitud fanfarrona y de amenazas –”tengo tres años para joderte” al alcalde socialista de León José Antonio Díez–, ha seguido.

Lo que resulta incomprensible es cómo con ese pasado y esa falta de preparación profesional se puede llegar a asumir responsabilidades a esos niveles en un Gobierno. Aunque si se repasa el histórico de la corrupción en el PP y en el PSOE desde los tiempos del despacho del hermano de Guerra para tomar un cafelito hasta Filesa, Roldán, Fondos Reservados, GAL, Púnica, Zaplana, Bárcenas, Gürtel, Villarejo y una larga lista, ese perfil chabacano es habitual en esos lugares de la política donde se decide el destino de millones de euros públicos y se cuecen las tramas de saqueo y corrupción.